A pesar del cambio en los hábitos de escucha y la famosa «reconstrucción» de la industria de la música, auténticos ídolos populares se siguen forjando desde abajo. Solo antes de que contribuyesen a las escenas del álbum, post punk, hip hop o grunge. Hoy vienen del trap o del llamado género urbano. A partir de esta teoría fácilmente comprobable, una de las inyecciones recientes más rotundas es C. Tangana, que batió récords como el diablo con su último disco El Madrileño.
Antón Alvarez (nombre real de C. Tangana) nació en 1990. Este grado en filosofía, productor y cantante fue intimidado por la opinión pública debido a su capacidad para moverse en los campos del marketing. «Hay un video sobre tu cocaína», decía un comentario lúcido en el enlace de YouTube al video de Hora, a partir de 2017, que Ensalzó los lugares comunes de la vida vinculados a la trampa.
C Tangana tiene sus raíces en el género urbano y trap, pero en «El madrileño» abrió con audacia el juego para el aporte de otros estilos. / Foto cortesía de Prensa – Jorge Ruíz
Posiblemente, muchos de los que hoy cuestionaron su talento estén bailando al son de El madrilenho, un brillante ejercicio de producción que sube el listón de sus lanzamientos anteriores.
El disco es un gran éxito ya que el artista logró dar su manifiesto latino-español ayudado por una lista de invitados que hace mucho ruido: Toquinho, Jorge Drexler, el Reyes gitanos, José Feliciano, Eliades Ochoa, Kiko Veneno y Andrés Calamaro, entre otros ‘jóvenes referentes.
Quién participó en la mayoría de los temas de El mal dispuesto, de Rosalía, da un firme paso conceptual como solista.
De la forma en que lo haría Damon Albarn a cargo de un Gorillaz tradicional, C. Tangana traslada sus gustos, inquietudes e influencias a todos aquellos artistas que aportan su musicalidad personal para definir la del cantante. Y de alguna manera el de la ciudad de referencia, Madrid, “donde todos se sienten como en casa”.
Guiños para las cosas de las que está hecho este gato (Así le dicen a la gente «cool» de Madrid) aparecen todo el tiempo: cuando habla del «corazón roto» de Alejandro Sanz, deja que Calamaro se cite a sí mismo con su «Tengo un cohete en mis pantalones», verso de la emblemática canción Mil horas («un regalo que me dio Andrés», dirá Tangana) o cuando lo acompañe tímidamente cantando Jugo de tomate frío en el video de Hong Kong.
En medio de la promoción de este monstruoso álbum, C.Tangana asiste con simpatía Clarín do Pacífico, barrio junto al clásico parque El Retiro, en el corazón de la capital española.
-¿Cómo prefieres que diga: Antón, C. Tangana o el Madrileño?
-Es lo mismo, yo soy estos tres personajes.
-¿Y con cuál te sientes más cerca hoy?
Estar en casa, Me gusta que me llamen pucho, así como mi familia.
-¿Qué significa para ti ser de Madrid, Pucho?
-Madrid es un lugar al que viene mucha gente que no nació aquí, una tierra que parece tener pocas tradiciones, que tiene una personalidad específica, una idiosincrasia pero que pueden ser muchas otras. Es una ciudad de inmigrantes. Mi familia paterna es de Vigo y materna de Andalucía, Ceuta y Córdoba. Es un refugio para personas que pensaban de manera diferente en las ciudades y que los propios matones no aceptaban.y por eso deberían venir a Madrid a sentirse libres, a triunfar.
C Tangana editó «El madrileño», disco en el que conjuga sus distintas influencias y para el que invitó a Andrés Calamaro y Jorge Drexler entre sus colaboradores. / Foto cortesía de Prensa – Jorge Ruíz
-Y también inmigrantes extranjeros.
-Mucha gente viene de fuera de España, de todo el mundo, porque también Es una capital europea, y se define más a sí misma que a sí misma, por lo que hay fuera de ella.: está en el centro de España, un punto intermedio entre Andalucía y Cataluña, creo que tiene ese espíritu acogedor, tolerante, mixto; también es un lugar de ambición. La gente viene aquí a petarlo, y cuando quieres crecer, vienes a Madrid.
-Es evidente que con El madrilenho abrazaste la cultura musical de tu país y la aderezaste con elementos latinos. ¿Sientes esto como un reclamo, dada la creciente polarización social que se vive hoy en España?
-Bueno, nunca lo pensé de esa manera. Pero sin hablar explícitamente de política, el trato y la perspectiva que tiene … Mire, me dijo un periodista colombiano y Jorge (Drexler) me lo repitió como conclusión paralela que sacaron los dos, y esta es es un disco muy conciliador. Eso logró unir a personas de distintas generaciones, estilos que probablemente estén en conflicto, como la música urbana o el reguetón frente a la música raíz, culta con lo popular, muy viejo con extremadamente joven. Es bueno pensar así y, si tiene una interpretación política, eso espero.
-Estás en constante búsqueda de identidad. ¿Estás satisfecho con eso hoy?
-Suele asociarlo con una fuga más que con una búsqueda, porque No me importa tanto a donde voy a ir, me importa donde estoy. Creo que es lo que me mantiene fresca y original y lo que me hace feliz. Me alegro cuando entro al estudio y tengo un problema, un lío muy grande que tengo que solucionar. Ese es mi sentimiento cuando hago las cosas correctas.
Cuando me emociono artísticamente ya sabes, cuando te apetece trabajar porque tienes un proyecto importante, es cuando me escapo, busco otra cosa, me abandono y no soy manso, en el lugar donde todo va bien para yo y estoy cómodo.
C. Tangana y Andrés Calamaro: un encuentro en ascensor con el tema de Manal como hilo conductor.
-¿Tienes muchos problemas en este disco? Pienso en el doble paso en Muchas mujeres o funk carioca en el club yo nunca. A priori, parecen cosas extrañas en las que pensar.
-Sí, creo que quizás donde definí esta constante búsqueda y vuelo fue en este disco exactamente por esa razón, porque me metí en muchos charcos, ¿no? Hay muchas cosas que nunca parecieron poder estar juntas, pero las juntamos. Y también hicimos las conexiones no estéticamente, sino emocionalmente. Por ejemplo, bachata y tumba o flamenco pop, para mi son de la misma época de mi vida. Solo en la adolescencia, la radio extra en Madrid, las fiestas, entonces esa música podía convivir aunque no tuviera nada que ver con ella. La bachata y el reguetón empezaron a sonar y también se escuchó música de aquí. Así que emocionalmente tiene mucho que ver con eso, aunque la música puede que no sea la misma, era lo que estábamos escuchando al mismo tiempo.
C Tangana edita «El madrileño», disco en el que hace referencia a sus influencias musicales. Foto cortesía de Prensa – Jorge Ruíz
-¿Dónde encajan Drexler y Calamaro?
-Lo mismo pasa con Drexler y Calamaro. Para mí pertenecen a un momento muy concreto, cuando mi padre escuchó Frontera Y Honestidad brutal, estos dos mundos están en el mismo lugar emocional para mí. Ponerlos juntos se trata de trabajar en el lado emocional. Y siempre se mete en líos y confunde problemas, por supuesto.
-En Argentina la escena del ascensor con Calamaro y tú cantando es divertida Jugo de tomate frío. ¿Cuál es su visión de la música argentina en general?
-Mi acercamiento a la música argentina es ligero. Me interesé un poco por el tango, pero no soy un experto. También conozco la escena actual vinculada a la música urbana. Creo que Argentina y España tienen un contacto cultural que se repite a lo largo de los años. Pero yo no conocía esa canción y nadie sabía que Calamaro la cantaría en esa escena. En un momento me dijo que realmente quería reclamar el rock y yo no sabía a qué se refería; Pensé que iba a hacer un llamamiento o algo así. La idea era ser muy libres y meternos en algunas escenas, y eso le salió así a Andrés. No sé por qué quiso cantar esto y me parece un gesto muy «bonito», que también tiene que ver con rescatar una tradición y descontextualizarla, reivindicando de dónde eres, qué eres, tus raíces. Fue otra magia de ese proceso.
Andrés Calamaro, C. Tangana y Jorge Drexler; cómplices de la noche unidos por la música.
-Otra magia es que hiciste que Drexler dijera «coño».
(-Risas) Su perfil artístico es muy académico, es un tipo muy intelectual. Lo amo y lo admiro por eso. Para mí, es un gran maestro. Pero Drexler, antes de ser intelectual, es un artista inquieto y también quiere salir de sus propias cajas, que él u otros han construido para él. Entonces, creo que conmigo sintió energía y ganas de verme como lo hacía, de romper también algunas de las reglas que debía cumplir. Esto lo animó. Es uno de los más curiosos y artísticamente comprometidos con la investigación y el intento de hacer cosas buenas, y seguir siendo original y no acostumbrarme al personaje. Me vio y dijo: «Maldita sea, si este chico puede atreverse con el mío, yo puedo atreverme con lo que quiere» (Risas) La conexión fue muy buena.
En este cambio que tomaste con El madrilenho, te acercaste a la atemporalidad, comparándola con tus trabajos anteriores. ¿Es un objetivo que suene atemporal?
-Sí, es una meta para mí y siento que hemos llegado a ese punto. Me preocupaba hacer música que pudiera permanecer en el tiempo y Siempre quise trascender, Tenía esa ambición artística. Era una meta, sí, pero no sabremos si se cumplirá hasta que pasen 20 años y escuchemos estas canciones y nos preguntemos si la gente las sigue escuchando.
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