Una lluvia de informaciones falsas y otras no tanto, pero igualmente provocativas caen en estas horas sobre el electorado brasileño abrumado camino de las elecciones del domingo y con una escala crucial en el debate entre los dos candidatos del viernes.
Este universo de locura va desde que el presidente Jair Bolsonaro vuelve a advertir contra el sistema de voto electrónico hasta la aparición de supuestas empresas canallas que dicen ser socias de bancos privados. Estas empresas advierten a las personas en sus teléfonos celulares que, a pedido del PT, se suspende el pago de la ayuda social hasta que se determine el ganador.
La gente se enfada y atropella a los bancos por teléfono y redes, que niegan como pueden la alarmante noticia.
El Tribunal Supremo aprobó en estas horas acordar un plan de lucha contra las noticias falsas cuya difusión aumentó nada menos que un 1.600% desde las municipales de hace dos años. Pero no está claro qué podría hacer para detenerlos. Mientras tanto, todo es un gran lío que contamina hasta las denuncias de lo que se quiere combatir.
El abogado Randolfe Rodríguez, uno de los dos coordinadores de campaña del expresidente del PT, advirtió que a partir de este miércoles habrá un explosión de noticias falsas.
“Van a movilizar dos mil millones de mensajes que se van a enviar desde plataformas en el exterior”, dijo sin aclarar fuentes ni funcionarios. Lula, por su parte, sumó preocupación al sugerir que se debe regular internet porque “hay mucha maldad, mucha mentira” en las redes, lo que de inmediato lo obligó a aclarar que no irá en contra de la libertad de prensa en un futuro gobierno.
«Usa todo lo que tengas a mano»
“Hay ansiedad y golpes porque ambos lados están nerviosos, no saben lo que va a pasar el domingo y no van a ceder cuando queden horas para la definición”, dice un diplomático radicado en Brasilia que no hace distinciones en el comportamiento de uno y otro.
“Van a usar lo que tengan a mano»., Él dice. Agrega que lo peor es el riesgo de que los eventuales perdedores crean que fueron abusados.
Estos últimos días han sido relativamente positivos para el PT, que mejoró a costa de los errores cometidos por el bolsonarismo. Primero, con el caso del presidente con los adolescentes venezolanos, episodio que le valió ser tratado de pedófilo en las redes.
El presidente había dicho que iba en moto por Río y vio a unas chicas muy jóvenes vestidas como si estuvieran de fiesta, dando a entender que se estaban prostituyendo. Surgió el escándalo cuando dijo eso «Pinté un clima», una expresión callejera que alude al Levante.
Durante dos días estuvo a la defensiva, dando precarias explicaciones, acompañado de su esposa y aquí el embajador de Juan Guaidó, remarcando que lo que quería denunciar era la desgracia de esas niñas por la dictadura de Nicolás Maduro. “No soy un pedófilo”el Repitió.
El segundo episodio fue el muy sonado del excongresista Roberto Jefferson, aliado del presidente, quien atacó a balazos y granadas a los policías cuando iban a arrestarlo por desacato. Volvió a estar a la defensiva.
En el universo de votantes, estos golpes habrían reducido en un punto la intención de voto del jefe de Estado del 48 al 47 % y sumado otro a Lula del 52 al 53 %, según la firma PoderData. Pero hay mucha divergencia en los porcentajes. y, además, se redujo el universo por conquistar en São Paulo y Minas Gerais, los estados más grandes del país, donde se ha concentrado la campaña.
Para algunos especialistas, ahora solo hay un 7,5% de votantes que no votaron, que sí y pueden cambiar su decisión o que están en el microsegmento de los indecisos. Son 8,5 millones de personas según la empresa especializada Analítica Consultora.
Son una gota en un mar de 156 millones con derecho a voto (restar los 32 millones que decidieron quedarse en casa el 2 de octubre). No es, sin embargo, un objetivo menor para Bolsonaro que necesita seis millones de nuevos simpatizantes para dar la vuelta a las encuestas de la primera fecha y lograr la reelección.
El debate
Así que la principal apuesta del gobernante es el último debate de la noche del viernes en Río de Janeiro, que se anuncia como una batalla de boxeadores en un ring sin reglas. Por esta razón, su utilidad no está clara.
“A menos que suceda algo especial, esos enfrentamientos consolidan votantes pero no suman nuevos”, le dice a Clarín una fuente de la Corte Suprema, un poder que nuevamente está en disputa con Bolsonaro.
“Para Lula es un problema, no se siente cómodo en estos cruces. Siente que no puede discutir con un hombre así. A la última reunión hace dos domingos acudió dispuesto a adelantar algunos datos de su gabinete, es lo que dispuso en un entrenamiento, pero se enojó y no dijo nada”, revela, a su vez, un líder del conglomerado opositor.
En un intento por descuartizar a su rival, el PT acudió a los tribunales para sancionarlo por el tema venezolano, pero ese empeño no avanzó.
Bolsonaro también busca judicializar todo. Acaba de acusar a las estaciones de radio de todo Brasil de difundir más anuncios de Lula da Silva que los suyos.
El juez Alexandre de Moraes, ex blanco de críticas presidenciales, y encargado del Tribunal Superior Electoral que recibió la denuncia, exigió pruebas urgentes que recibió precariamente en las últimas horas.
Lo que buscan es «desacreditar la campaña del opositor», explica al diario Valor económico el abogado especialista en derecho electoral Renan Albernaz. Sus colegas están de acuerdo.
Pero hay una dosis de gravedad en esa afirmación. El partido de Bolsonaro no lo hizo, pero el Ministerio de Comunicaciones, es decir, al más alto nivel de gobierno. En el texto enviado al juzgado de Moraes, que el domingo será quien avale al ganador de las elecciones, se argumenta que «el hecho denunciado puede establecer la ilegitimidad del proceso (electoral) si no se subsana».
Parecen argumentos. El polémico presidente retomó esta semana sus declaraciones contra el sistema electoral, es decir, su legitimidad. «Luchamos durante mucho tiempo por un modelo electoral transparente, pero no tuvimos fuerzas para reformarla».
Alude al proyecto de reforma constitucional que impulsó en 2021 para abolir las urnas electrónicas y restaurar el voto a través de boletas de papel como las que se usan en Argentina.
Argumenta que fue víctima de un fraude cuando, dice, ganó la presidencia en primera vuelta hace cuatro años, pero se vio obligado a hacer un balotaje con Fernando Haddad, el entonces candidato del PT, a quien derrotó ampliamente.
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