El bombardeo de información en medios de comunicación y redes sociales dio lugar a la práctica de cancelar la culturaque ha existido durante mucho tiempo, pero ahora tiene una nueva forma de presentarse debido al entorno digital.
La cultura de la cancelación es una práctica que consiste en desaprobar a una persona por sus comentarios, acciones o creencias que se consideren inapropiadas. Esta práctica se ha convertido en una herramienta para silenciar a los que no cumplen las normas sociales, como discursos de inclusión, prevención de la violencia y, en general, respeto a los derechos humanos. En pocas palabras, cancelar la cultura es un arma de doble filo.
¿Cancelar la cultura afecta la libertad de expresión?
El libertad de expresión permite a las personas transmitir sus ideas, creencias y opiniones sin represalias. Al practicar la cancelación, se limita la libertad de expresión. Esto se debe a que, si se da de baja a una persona, equivale a una especie de boicot donde ya no tiene las mismas posibilidades de seguir expresándose, e incluso perdiendo oportunidades laborales.
La cultura de cancelación tiende a limitar la diversidad de opiniones y Reducir la capacidad de los individuos para enriquecerse. a través del debate y el intercambio de ideas, pero también puede detener una conversación que aún no se ha desarrollado.
denuncias colectivas
Por otro lado, algo positivo de la cultura de la cancelación es que permite realizar denuncias colectivas. Un ejemplo de esto es el caso del movimiento #Yo también, donde unos, alzando la voz, hacían que otros hicieran lo mismo para denunciar a sus agresores. El discurso ayudó a hacer justicia a varias figuras dentro de la industria que abusaron sexualmente de sus empleados.
Las empresas, al igual que las personas, son canceladas por acciones y publicaciones que son percibidas como mensajes que incitan a la El discurso del odio. Hay veces que esto ocurre por la cultura de la empresa, cuyas ideologías son consideradas ofensivas, y en otras, por no pensar en sus mensajes, que conduce a posibles interpretaciones erróneas.
¿Es mala la cultura de cancelación?
Con esto concluyo que cancelar la cultura no siempre tiene en cuenta el contexto completo del que proviene el comportamiento «inapropiado». Si una empresa o individuo va a ser despedido por sus acciones, primero debe ser profundizar en la raíz del comportamiento para ver si uno lo está interpretando bien.
Esto es clave en la responsabilidad social, ya que así se puede determinar si hubo un acto de discriminación o un malentendido. Debe haber un límite a la tolerancia, especialmente aquellas acciones que dañan a las personas.
En este sentido, la cancelación tiene muchos matices y es importante visibilizar el problema para no generalizar los casos y más bien regularlos. Es fundamental mantener el diálogo abierto y ser consciente de las fortalezas y debilidades de estas acciones para ampliar la perspectiva en cualquier situación.
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