Pensé que trabajar para 4T era un mal negocio. Imagínense: recortar salarios; junto –según tu nivel, se entiende– con, digamos, Gatell u Octavio Romero, que, lo digo con fraternidad universal, no son precisamente una serpiente de cascabel; comparecencias con diputados o senadores, que en el mejor de los casos arremeten y en el peor te gritan sin cubrebocas (aprovecho para enviar un saludo revolucionario al compañero Noroña, futuro presidente); reunión de gabinete con el Líder de la Transformación, que está de mal humor porque la cena del jueves con Macedonio le quedó pesada, y la cena de fin de año con chipilín y horchata, sin whisky y con riesgo de que Solalinde te agarre para hablar.
Bueno, estaba equivocado. Trabajar en la 4T es un buen negocio, a pesar de todas las amenazas enumeradas en el párrafo anterior. Es, ante todo, precisamente, porque puedes hacer un buen negocito, o al menos conseguirlo para tus familiares. Ahí están, el clan Rocío de México, el hijo del señor Bartlett. Además, puede haber un mega desfalco en su oficina y todo está tranquilo. Ahí tienen a mi amigo Ovalle en Segalmex, hoy con un nuevo trabajo.
De hecho, los pequeños tratos pueden incluso extenderse a la burocracia extranjera. Miren los billetes que se embolsó el compañero nicaragüense que fue encomendado a la cárcel, perdón: el albergue de Ciudad Juárez donde murieron los 38 migrantes. Por supuesto, no hay problema con que su gestión le cueste una fortuna a la buena gente. Ahí tiene, una vez más, al señor Bartlett, el soltero más codiciado de México.
Por supuesto que no es sólo una cuestión de lana. No pasa nada si tu gestión es una calamidad. O sea, si se mueren 700,000 personas de covid, o si Dos Bocas se inunda cada vez que hay un chipi chipi, o si cortan no sé cuántos árboles porque ponen la vía del Tren Maya donde no estaba. O, por supuesto, si 38 migrantes mueren calcinados. No hay problema: envías a cuatro subordinados y sigues con la quincena.
Añade la baja demanda. Porque sí, hay que madrugar, pero mira: a las nueve, se acaba la mañana, el jefe va a su rutina de desayuno, siesta, comida, macaneo, fin de jornada. Así que a las diez, a más tardar, eres libre: no hay whatsapp para exigirte no sé qué, ni encuentro sorpresa, ni mail que contestar.
Así que chambear por la 4T no solo es un buen negocio: es una bendición. Por ello, señor Presidente, el Dr. Muttley se pone a sus órdenes para cualquier responsabilidad que le quiera encomendar, desde subsecretario para arriba. Ah, y déjame hacer una precisión. Sé que lo que no está permitido es disentir y salir libre. Asciende a tu hermano a gobernador de Guerrero, por ejemplo, como mi Irma. Sin ira. Mi hermana tiene otro tipo de ambiciones. Específicamente sueña con algo, humilde, en Toluca.
POR JULIO PATÁN
COLABORADOR
@JULIOPATAN09
LSN