Tras décadas de integración, el mundo enfrenta una fragmentación geoeconómica por los efectos de la crisis financiera de 2008, la reacción contra la globalización, el resurgimiento de los nacionalismos, las tensiones geopolíticas entre China y Estados Unidos, la reubicación de cadenas productivas, el desacoplamiento tecnológico, la crisis del COVID -19 pandemia de virus, la crisis ambiental y la invasión de Rusia a Ucrania.
Estos han generado escepticismo acerca de los beneficios de la globalización, desatando un mayor proteccionismo en particular en los Estados Unidos que anteriormente pregonaba la apertura. Las similitudes con los años 30 del siglo pasado son alarmantes.
Bajo la apertura, los países exportan lo que producen de manera eficiente de acuerdo con sus ventajas competitivas. El comercio aumenta el ingreso per cápita y disminuye la pobreza global. Los consumidores se benefician de precios más bajos.
En el proceso hay ganadores y perdedores, sin embargo, los primeros no compensan a los segundos pagando más impuestos para tener mejores servicios públicos, generando resistencia en la población. El Estado debería intervenir para corregir los desequilibrios, pero lo hace tarde y mal, dando lugar a populismos que socavan la democracia y agravan los problemas.
El proteccionismo reducirá las exportaciones del mundo en desarrollo al reducir sus ingresos. Las restricciones a los movimientos de los factores provocarán escasez de mano de obra, mientras que la menor inversión extranjera afectará la transferencia de tecnología y la difusión del conocimiento.
Reducir la cooperación internacional agravará las crisis financieras, disminuirá la asistencia para el desarrollo y afectará la lucha contra el cambio climático y la extinción de especies. Actualmente, el mundo corre el riesgo de entrar en una espiral descendente destructiva.
La cooperación multilateral es el camino para mejorar la gobernanza global en la economía, la seguridad, el medio ambiente y la salud del planeta, promoviendo el desarrollo. Las instituciones creadas al final de la Segunda Guerra Mundial, como las Naciones Unidas, el Banco Mundial, el FMI y la OMC, deben ser fortalecidas.
Las empresas internacionales buscarán seguir haciendo negocios con China. Al buscar menores costos y mayor productividad, las empresas abogan por la apertura, pero deben estar sujetas a la realidad geopolítica. Los subsidios que otorga Estados Unidos a la producción regional de vehículos eléctricos serán imitados del lado europeo y chino, afectando a otros países.
Debe abordarse el problema del empleo en un mundo cada vez más automatizado. Las ineficiencias provocan un aumento de los costos, lo que dificulta la lucha contra la inflación.
Idealmente, China y Rusia deberían participar activamente en un renovado concierto de naciones, pero en el corto plazo habrá que afrontar el desafío que representan.
POR GERARDO TRASLOSHEROS
ESCUELA DE POSTGRADO UDLAP JENKINS, PECC MÉXICO Y COMEXI
@GTRASLOSHEROS
CAMARADA
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