cuando hablamos de sinaloa es muy probable que mencione algún aspecto de la crimen organizado, especialmente lo que tiene que ver con el concepto de “narco”. Esto se usa indistintamente en estos días para expresar la relación entre un evento u objeto con el cual el tráfico de drogas; de las narcoseries, la narcoloteria o las narcoposadas.
A pesar de que en los últimos dos años han aparecido videos en las redes de esta tipo de fiestas en SinaloaNo son los primeros ni es exclusivo de la zona. Por ejemplo, en 2009, hubo un hecho similar en el Estado de Morelos donde dos grandes acordeonistas de la música norteña fueron detenidos por amenizar el evento navideño de un grupo criminal
Sin embargo, al sur de Culiacán existen otras formas de solidarizarse con la población fuera de la relación con los tráfico de drogas ySin vacaciones de diciembre. Un ejemplo de ello este año se llevó a cabo en la comunidad de El Ranchito, aún marcada por la esperanza de romper con violencia que asesinó al periodista Luis Enrique Ramírez en esa región.
Dentro de la comunidad, una de las personas comprometidas con este cambio es el activista y politólogo Francisco Valdez Calvo que tiene fuertes raíces con el zonas marginadas de Sinaloa. Precisamente, durante la pandemia, vio en esta comunidad la oportunidad de gestionar muchas de las celebraciones que no eran tan habituales.
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Navidad: una esperanza para las comunidades marcadas por el crimen
La historia de Franciso Valdez Calvo es una de tantas personas comprometidas con su comunidad. Las posadas en la comunidad de El Ranchito Le dieron una pausa a una zona donde la justicia no se hace presente. A pesar de que es muy poco el apego que existe en esta región con las celebraciones religiosas, hubo formas de adaptarse a las inquietudes y necesidades de los habitantes.
La primera posada en la comunidad se hizo con las madres de familia que en un principio se resistieron a participar pero poco a poco empezaron a colaborar de tal manera que en menos de lo esperado ya tenían chivo para comida, platos descartables, refrescos, torta y piñatas.
A pesar de que la música navideña es por excelencia la que se escucha en todas las posadas, aquí hubo música norteña sin ninguna referencia al crimen organizado. Intentaron promover otras formas de vida fuera del delincuencia, Incluso se pudo escuchar entre los asistentes el interés por ser abogados, arquitectos y albañiles.
Romper la piñata no solo ofreció recibir un premio a cambio de la habilidad del mejor postor, también fue una oportunidad para que Francisco hablara sobre el trabajo de algunos personajes históricos que participaron con su comunidad. Romper la piñata, comer torta y correr dentro de la casa de Valdez fueron parte de las actividades en la posada que les brindó un emotivo momento a los niños y niñas de El Ranchito.
El ejercicio que se hizo en estos posadas insertado en la narrativa de no criminalizar todas las festividades en Sinaloa y romper un poco con la idea de que el delincuencia es la única forma de vida en sociedad. Las fiestas de El Ranchito no buscaban engrosar la base social de los crimen organizado, ya que estos eran un buen pretexto para que todos pudieran convivir en un espacio donde antes solo se veían caravanas de camiones con gente armada.
Por: Marcos Barrera González, historiador de la UNAM, especialista en narcotráfico y violencia en México. Twitter @MarkGonzlezBar1
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