Es un monumento a László Kubala, el hombre que contribuyó a la decisión de Barcelona de construir un nuevo estadio a principios de los años cincuenta. Quizás te preguntes por qué. Sucede que el Camp de Les Corts, donde antes jugaban los blaugranas, ya no podía acoger a todos los que querían ver la magia del gran delantero.
Kubala vs Di Stéfano
En un momento en el que El Clásico se convertía en la principal pelea del fútbol en España y Europa, surgió la principal pregunta que los aficionados no pueden responder hasta el día de hoy: ¿qué equipo tiene mejor líder? Estos debates de los últimos 70 años han incluido a Lineker y Butragueño, Ronaldinho y Raúl, o Messi y Ronaldo, pero todo comenzó con la rivalidad entre Kubala y el principal delantero del Madrid, Alfredo di Stéfano.
El delantero sigue siendo uno de los máximos goleadores de la historia del Barcelona, ocupando el cuarto lugar con 194 goles en todas las competiciones. Por encima sólo están la leyenda del Barça de los años 20 y el futbolista favorito de Salvador Dalí, Josep Samitier, el uruguayo Luis Suárez y Leo Messi, que vuela por las alturas. En 1999, en una encuesta especial con motivo del centenario del club, los aficionados nombraron a Kubala el mejor jugador de la historia del equipo.
gran escape
Kubala fue un futbolista único por muchos motivos. ¿Qué otra leyenda logró jugar en 3 selecciones diferentes al mismo tiempo? Los aficionados experimentados recordarán a Dejan Stankovic, que jugó para Yugoslavia, luego para Serbia y Montenegro y, al final, sólo para Serbia. Pero la historia de Kubala es aún más inusual.
Kubala llegó a Cataluña en 1950 cuando sólo tenía 23 años. En ese momento, László (que luego se convirtió en Ladislav en España) ya era considerado uno de los mejores jugadores de Europa. Originario de Budapest, con 18 años debutó con el Ferencvaros local, pero un año después, su padre murió y su madre decidió regresar a su tierra natal, Bratislava. Allí, Kubala se convirtió en jugador del Slovan y comenzó una carrera en la selección nacional de Checoslovaquia, regresando a Hungría un año después.
Algunos afirman que lo atrajeron con promesas de una vida fabulosa, otros que sus familiares fueron amenazados. De una forma u otra, en 1948 Kubala regresó a la tierra natal de su padre, logró jugar en la selección húngara y en enero de 1949 huyó a Occidente. El obstinado huelguista, a quien le gustaba defender su opinión, se sintió asfixiado en el país del socialismo victorioso, y aquí también se enfrentó al servicio militar. Laszlo decidió abandonar Hungría y, como gran delantero, superó ampliamente la media.
La polivalente estrella del Barcelona
Tras un año vagando por Europa, Kubala se instaló en Barcelona. El influyente equipo llegó a un acuerdo con la FIFA, que amenazó al jugador con la descalificación indefinida.
Le cautivó la invitación del Barça para entrenar al suegro del futbolista, Ferdinand Daucík. László pasó un año sin fútbol, pero en 1951, con pasaporte español y nuevo nombre, Ladislau, se convirtió en un activo indispensable para el grande catalán.
En su primera temporada completa, 1951-52, Kubala anotó 26 goles en 19 partidos. El futbolista tenía un instinto goleador único y leyó el juego a la perfección, lo que le permitió convertirse en un auténtico todoterreno. En el Barça empezó como delantero centro, luego se convirtió en mediapunta y en ocasiones actuó por los flancos del ataque. Marcó mucho en cualquier posición y dio asistencias a todos.
Durante su carrera en el Barcelona, Kubala consiguió 4 títulos de La Liga, sumando 5 victorias en la Copa del Rey y dos en la Copa de Ferias, antecesora de la Copa de la UEFA. A toda la colección de Ladislav sólo le faltaba la victoria en la Liga de
Campeones de la UEFA, y en 1961 el Barcelona estuvo cerca de lograrlo. En la final, el equipo lideró el marcador ante el Benfica, donde la gran estrella de Eusébio apenas empezaba a brillar, pero perdió por 2-3. En aquel partido marcaron para el Barça otros dos grandes catalanes-húngaros: Kocsis y Czibor.
Nuevo encuentro con Di Stéfano y carrera como entrenador
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László murió en 2002 y fue enterrado en el cementerio de Les Corts, en el solar de aquel estadio que el Barcelona abandonó gracias al genio futbolístico de Kubala.
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MMV