Durante una tormenta de verano, busqué refugio en un cobertizo tal como lo hizo una niña con retraso mental (sic). Entonces me pregunté si no se podría hacer nada por ella.
John Langdon abajo
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–Siéntate, siéntate –te pido.
Alexandra (23) y Dídac (32) me extienden la mano y se sientan y me miran fijamente, esperando mis preguntas.
Esperaba que estuvieran tensos pero vienen relajados, como si las cosas no fueran suyas. En tres cuartos de hora deberán saltar a la cancha. Son niños de pelota, recogepelotas y paragüeros, en la final del Trofeo Godó, asistentes de los jugadores. ellos son los primeros niños de pelota con síndrome de Down en la historia de un torneo ATP.
¡Son pioneros!
Nos sentamos en la sala del puente RCTB. Tengo una libreta, un bolígrafo y sus miradas fijas en mí.
Les pregunto cómo llegaron hasta aquí y Alexandra me acorrala:
–¡En coche!
Y luego se encoge de hombros.
¡Tocar!
(…)
Cuando salieron a la pista por primera vez, Cristian Mestres, el voceroMencionó sus nombres y Dídac se volvió hacia el público y los saludó como a Cristiano Ronaldo, metiéndose los dedos índices a la espalda.
-¿Practicas algún deporte? –le pregunto a Alejandra.
–Jugo al tenis desde pequeño. Lo hago en Vall d’Hebron. Y también esquío, juego al fútbol, al hockey, al pádel…
–Un día tenemos que jugar al pádel juntos –interrumpe Dídac: los viernes por la tarde sube al autobús, luego hace transbordo a Trambaix y luego camina cinco minutos hasta Laietà. Allí, paleta.
“¿Si repetiré el año que viene? “No lo sé, no lo sé”, se dice Alexandra; “¡Repetirás conmigo!”, responde Dídac.
Alexandra me dice que no olvidará la experiencia, la posibilidad de acercarse a todos los mitos del tenis.
–¿Puedes contarme algo sobre los tenistas? -Yo le pregunto.
–Nooooo.
–¿No puedes hablar de ellos?
–Nooooo.
–¿Pero fueron amables contigo?
–Amistoso, mucho. Y guapo, más aún. Antes del partido le conté todo a Nadal. ¡Dije que te amo!’
Alexandra todavía está en shock.
No olvida aquel momento, en el último partido de Nadal en Godó. El sol brillaba. Había finalizado un partido y los manacorí y De Miñaur se dirigieron a sus banquillos. Alexandra desplegó el paraguas y protegió a Nadal. El mito se sentó, rebuscó en su bolso, se quitó la camisa y se puso otra limpia.
–¡Se cambió frente a mí! –grita Alejandra.
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–¿Y qué sentiste?
–Flipé.
–¿Y no estabas nervioso ahí abajo, delante de tanta gente?
Él dice que no, que pasa.
–Y que nos ha visto todo el mundo, la familia, la gente de la tele…
“Estaba nervioso”, dice Dídac.
-¿Porque?
–Porque hay que hacer las cosas bien.
–¿Pero no se habían preparado lo suficiente para esta experiencia?
–Sí, claro, pero los nervios están ahí.
Han pasado tres semanas entrenando para ser niños de pelota . Al RCTB iban por las tardes, a las 6 de la tarde, porque por las mañanas estaban trabajando.
(Alexandra es secretaria en Cushman & Wakefield, en la sede de Passeig de Gràcia; Dídac trabaja como administrador en Omnicom, en la torre Mapfre).
–¿Tienes pensado volver?
-¡Seguro!
–¿Y tú, Alejandra?
-No se, no se.
–¡Repetirás conmigo! –le dice Dídac.
Y ella vuelve a encogerse de hombros.
(..)
–¿Repetirán? –le pregunto a Marc Visiedo. Él es el jefe de niños de pelota del RCTB.
Y el inspirador de la idea.
–Al finalizar el torneo de 2023 pensé en Javier Moreno, director de arbitraje, que tiene un hijo con síndrome de Down. Me dije a mí mismo: ‘¿Por qué no?’ Y le propuse a Anna Turull, directora de la Fundación RCTB, la idea de incorporar a alguien como el hijo de Moreno. Turull habló con Aura Fundació y aquí están Alexandra y Dídac, interactuando con el resto de recogepelotas (en total, son 107 niños de pelota), comiendo con ellos, reuniéndose y organizándose.
–¿Repetirán? -Repito.
–La idea es que lleguen más lejos. Espero que no sólo protejan al tenista del sol, sino que también pasen las pelotas. Y que no son sólo dos niños de pelotasino cinco, o lo que sea.
Y aquí termina la cita. Comienza la final.
¡recogepelotas¡en la pista!
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