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Los pagadores de facturas, con razón, levantan la mano cuando falla una infraestructura vital. Así resultó esta semana cuando 13.000 personas al sur de Londres no tenían agua corriente.
Una planta de tratamiento de agua del Támesis fue azotada por tormentas. El incidente desató una oleada de preocupación sobre las mejoras de infraestructura para mejorar la resiliencia climática y apoyar el crecimiento económico. Y, sobre todo, quién aportará el dinero.
No es sólo agua. Según la Comisión Nacional de Infraestructura, también es necesario invertir dinero en energía, gestión de residuos, redes de banda ancha y transporte. Para alcanzar las cero emisiones netas y mejorar la productividad, la inversión en infraestructura deberá aumentar de un promedio de £55 mil millones al año en la última década a £70 mil millones-£80 mil millones por año en la década de 2030. Dos tercios tendrán que proceder de inversores privados, que recuperarán los costes mediante facturas. La inversión gubernamental se centrará en gran medida en el transporte.
Una vez construida, la nueva infraestructura debería generar costos más bajos. Toma energía. Las centrales eléctricas alimentadas con gas tienen costes operativos más elevados que los parques eólicos. Para 2055, el gasto de los hogares en servicios de infraestructura debería caer de las 7.300 libras actuales a entre 5.100 y 6.100 libras esterlinas a precios de 2022, dice el NIC. Esto a pesar del aumento sostenido de las facturas del agua.
Pero Gran Bretaña ha perdido el favor de los inversores en infraestructura. Su atractivo como destino para el capital privado está en su punto más bajo, advierte la Asociación Global de Inversores en Infraestructura, entre cuyos miembros se incluyen Brookfield y Macquarie.
Los generosos subsidios en Estados Unidos y la UE no ayudan a las comparaciones. Sin embargo, algunas heridas son autoinfligidas, como una reciente subasta fallida de energía eólica marina.
Abordar quejas de larga data, como los retrasos en la planificación, ayudaría a atraer a los inversores frustrados. En el futuro, el riesgo será mucho mayor que el de varios miles de personas temporalmente sin agua.
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