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Las fusiones pueden ser buenas o malas para los consumidores. Las empresas más grandes pueden transmitir los beneficios de escala. Los dominantes acaparan los mercados e inhiben la competencia. Decidir en qué lado de la línea cae un trato siempre ha sido más un arte que una ciencia. Ahora parece que no hay dos reguladores que lo llamen de la misma manera.
Como evidencia, no busque más allá de la compra de Activision Blizzard por parte de Microsoft por 75 mil millones de dólares. El viernes, la Autoridad de Mercados y Competencia del Reino Unido, que en abril había rechazado los compromisos de Microsoft, aprobó provisionalmente una propuesta revisada. La UE había rechazado previamente el acuerdo. El organismo de control estadounidense había intentado detener la oferta, pero su decisión fue revocada en los tribunales. Todavía está apelando contra el fallo.
Este extraordinario lío pone de relieve lo difícil que es controlar los acuerdos tecnológicos. En el pasado, los organismos de control de la competencia han sido demasiado indulgentes. Ahora están tratando de actuar temprano para proteger los mercados nacientes. El problema es que nadie sabe cómo serán, lo que deja mucho espacio para la divergencia de opiniones.
Tomemos el caso de Microsoft. Los reguladores se centraron en los juegos en la nube, que actualmente es un mercado pequeño. Al igual que la transmisión de televisión, puede volverse enorme. La preocupación era que la fuerte posición de Microsoft en la nube, junto con el exitoso juego Call of Duty de Activision, provocaría que futuros rivales potenciales se marchitaran. Mantener esa teoría requiere muchas conjeturas y ayuda a explicar por qué los reguladores adoptaron posturas tan diferentes.
La CMA del Reino Unido ha logrado un compromiso más sólido para los consumidores. Para cerrar el trato, Microsoft tuvo que prometer vender licencias en la nube para los juegos de Activision a la francesa Ubisoft. La reacción del precio de las acciones de este último (casi un 10 por ciento de aumento tras el anuncio) sugiere una transferencia real de valor.
Sin embargo, el complicado proceso deja mucho que desear. El éxito del enfoque de “doble caída” de Microsoft es particularmente preocupante. Si las empresas que no cumplen con los reguladores pueden regresar con una mejor oferta, es posible que algunas no den lo mejor de sí mismas de inmediato.
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