La mayoría de nosotros estamos familiarizados con el término noviazilla, que hace referencia a la actitud de ansiedad, gran sensibilidad, necesidad de atención y control que suelen adquirir algunas novias antes de casarse. Pero mi querido lector, cuando comienzan los planes de boda, surge un personaje aún más fuerte y dominante: la madre. La que quiere involucrarse hasta en el más mínimo detalle, quiere tener la opinión de todo y de todo.
ella es momzilla, y puede ser la madre de la novia o del novio, ¡o pueden ser ambos! Es un tema difícil de tratar, sobre todo porque las momzillas lo hacen desde el amor (casi siempre), ya que llevan toda la vida soñando con la boda de su hijo (hija). Puede parecer un capricho millonario, pero en realidad es parte de tu proyecto familiar. Las madres antes de la boda de sus hijos suelen experimentar una mezcla de emociones: alegría, tristeza, ansiedad y nostalgia.
Por un lado, les emociona ver a sus hijos iniciar una nueva etapa en sus vidas, pero por otro sienten tristeza al pensar que su hija no solo será suya, sino también de otra persona y el rol de madre cambiará. unido al descaro de que normalmente les cae encima la organización de la boda y quieren que todo salga divino.
Es importante que las madres recuerden que la boda es solo de un día, que la planificación es una oportunidad para disfrutar de esta cercanía por más tiempo. Que la boda sea una celebración del amor y la felicidad que siente su hijo(a) y que, lo más importante, es apoyarla(o) en este momento.
Para los novios que tienen que lidiar con momzillas una buena idea es tener y un plan de acción entre ellos de lo que quieren y no quieren para la boda, y comunicarlo a las familias, como el lugar, tipo de decoración, fecha, hora y número de invitados. Y así prepárate para compartirlo con mamá.
Ahora bien, “el que paga manda”, así que si momzilla está pagando tendrás que tenerlo en cuenta, lo que no quiere decir que no puedas ponerte los límites, con amor y respeto. La comunicación es clave, dramas, discusiones y dejar de hablar no sirve de nada. Lo útil es comunicar lo que queremos, cómo nos sentimos y validar lo que los demás quieren sin sacrificarnos por complacer a los demás. Y si contratas a un wedding planner, ¡aún mejor! Déjele las decisiones difíciles y los temas difíciles a él.
POR BRENDA JAET
MAÍZ
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