«Si no puedo mentir». Rita repite una y otra vez, a cada periodista que se le acerca, que está ahí «por la justicia». «Allí» está el pequeño jardín de la iglesia de la Divina Pastora de Motril, zona cero del melodrama familiar, deportivo y político del presidente de la Real Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, en cuyo interior ayuna su madre, Ángeles Béjar. que restauren la reputación de su hijo. Rita insiste: los testigos de Jehová «están comprometidos con la justicia». Acompaña a Mariángeles Montes en sus canutazos de media tarde en televisión. Todos los escuchan porque Montes es la mujer del día: le regaló a Cope sus conversaciones de WhatsApp con la madre penitente. “No, no estoy sola, estoy con mi cuñada, ella entró conmigo y no puedo estar sola porque me puedo marear. (…) Cuando digan misa me van a sacar de aquí para que nadie sepa dónde estoy. (…) Vamos, besadores. Nos veremos si Dios quiere».
La madre de Rubiales dice que un médico vigila su estado de salud y le ha prohibido recibir visitas
Frente a la capilla, a la impenitente y pegajosa hora de la sobremesa, no hay alma que no lleve micrófono, grabadora, cámara o auricular. Motril bosteza con las persianas bajadas, como lo hace la mitad sur del país de junio a septiembre después de comer, esperando que el sol –y en esta costa tropical, también la humedad– dé una tregua al ser humano. Rita ha hecho pareja artística con Mariángeles y repite a todos que ellos -los dos, subraya- son testigos de Jehová, no su buena amiga Ángeles Béjar, quien, dicen, estará rezando dentro del templo católico por el buen nombre de tu hijo.
El padre de Rubiales era alcalde del pueblo, pero los vecinos se desinteresan por la huelga de hambre
Con algo menos de 60.000 habitantes -y en estos últimos días de agosto, seguramente el triple que la población flotante-, Motril es la segunda ciudad de la provincia de Granada. Ocupa el extremo oriental de la majestuosa y fértil desembocadura del río Guadalfeo, custodiada al oeste por el formidable pináculo del castillo de Salobreña, el andaluz Mont Saint-Michel. El padre de Rubiales, Luis Manuel, fue alcalde aquí por el PSOE entre 1995 y 2003, por lo que sorprende el poco interés que tienen los lugareños por el drama vivido por una distinguida familia. Hay una larga tradición de izquierda en la ciudad, marcada por el hito de la primera alcaldía democrática, de Enrique Cobo, miembro del Partido Laborista Español, formación comunista que se definió como marxista-leninista-maoísta. Así estábamos en 1979.
En la tranquila plaza del Dr. Jaime García Royo, situada frente a la iglesia de la Divina Pastora y junto a una destartalada sede de la CNT, apenas hay media docena de niños curiosos que se entretienen con una pelota, aburridos de lo poco divertido que finalmente resulta es tener a la delegación portuguesa de CNN acampada justo delante de tus narices. Si el lunes apenas dos docenas de familiares y amigos acudieron a expresar su apoyo a la sufrida madre, el martes la nómina cayó seriamente. Aparte de los familiares y los Testigos de Jehová, la huelga de hambre sólo parece interesar a la profesión periodística, que siempre vive el mes de agosto a cubierto. Pero no hay ecos de el gran carnaval , la obra maestra de sensacionalismo periodístico criminal de Billy Wilder sobre un hombre atrapado bajo tierra. Esta huelga de hambre no es el escenario del agónico rescate del niño del pozo del Rincón de la Victoria, sino una llamada de prensa de la familia Rubiales que no parece entusiasmar a nadie pero que la prensa ha tenido la cortesía de atender. Algunos montaron guardia de madrugada por si aparecía el hijo pródigo para rescatar a su madre y otros simplemente quieren que ella los llame para decirle que pare, que el giro autolesivo no ha funcionado esta vez. La batalla de la empatía se perdió ante un subidón de testosterona.
Las amigas de Béjar, Rita y Mariángeles, son las encargadas de facilitar los reportajes y las ‘primicias’ a los medios
Porque existe esa extraña derivada sentimental de la crisis reputacional de la Federación Española de Fútbol, que más que berlanguiana parece escrita para aquel Albacete con el que soñaba José Luis Cuerda en Amanece, que no es poca cosa , una apatía patente del pueblo soberano. Y eso quizás también proporcione una lectura de cómo cambian los tiempos, pese a la apariencia de que existen reservas de biodiversidad, como el fútbol, impenetrables a las mutaciones. Quizás si Rubiales hubiera rectificado y pedido disculpas creíbles la primera noche, este país sureño y católico habría optado por el perdón, al margen de consideraciones legales y disciplinarias. Somos una sociedad exigente pero generosa y con arrepentimiento. Sin embargo, la arenga desafiante ante la asamblea extraordinaria de la Federación, que se decía inspirada en la de Jordan Belfort en El lobo de Wall Street (como ha imaginado astutamente el actor Víctor Clavijo con un memorable doblaje en la red social antes conocida como Twitter) parece haber espantado a los abogados “pelo al mar”.
Un puñado de feligreses llega a la misa de ocho, pero no hay noticias de adhesión a la causa, salvo la de los testigos. Así como el gaucho inventado por Jorge Luis Borges murió a manos de los suyos «para que se repita una escena», la muerte de Julio César, ignoran que hoy han existido para interpretar un hermoso recuerdo de Chus Lampreave, cuyo elocuente portera de ¿Qué he hecho para merecer esto? –un título muy apropiado– dijo, para justificar sus constantes indiscreciones con los vecinos: “Si me preguntas, te tengo que contar todo con pelos y marcas. Me gustaría mentir, pero lo malo de los testigos es que no podemos. Si no, estaría aquí.» Y así logró una exclusiva Cope este martes.
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