Inició su mandato tomando el relevo de la costarricense Christiana Figueres, artífice del ‘Acuerdo de París’, en julio de 2016, con el objetivo de implementarlo. Sin embargo, durante estos seis años ha tenido que hacer frente a diversas adversidades: la primera de ellas fue la salida de Estados Unidos del acuerdo internacional tras la llegada de Donald Trump a la presidencia.
También ha tenido que ver cómo la crisis sanitaria mundial y la crisis en Ucrania han dejado el cambio climático fuera de escena en el escenario internacional. Asimismo, tuvo que lidiar con el ‘traslado’ de la cumbre de 2019, que inicialmente iba a tener lugar en Santiago de Chile, a Madrid. «Fue lamentable, estoy profundamente agradecida con el Gobierno español, por habernos echado una mano y salvarnos de esta situación en un momento dramático», dice en una entrevista con , y confiesa que «también fue bastante audaz por nuestra parte hacerlo en las pocas semanas que quedaban».
Espinosa se muestra satisfecha de haber dado este paso ya que «si no lo hubiéramos hecho hubiera sido terrible porque luego vino la pandemia, y aunque no tuvo el nivel de resultados que nos hubiera gustado, en cuanto al proceso y aumentar el nivel de conciencia sobre el problema, fue muy bueno.»El mismo hecho de que lo hicimos contra viento y marea fue una señal muy importante», dice ella.
También hace una valoración positiva de su mandato. “A pesar de todas estas dificultades que hemos enfrentado en los últimos 6 años, este proceso de negociación para dar una guía sobre qué debemos hacer para enfrentar el cambio climático y cómo debemos hacerlo ha sido exitoso”, considera. “Ya tenemos las herramientas, sabemos cuáles son las áreas en las que tenemos que trabajar, pero ahora hay que ver cómo se logra la implementación a nivel nacional, regional y local”, aclara, recordando que “la agenda de cambio climático debe involucrar no solo a los gobiernos sino no a toda la sociedad.
Esperando la ansiada financiación
Sin embargo, muchos países, incluyendo América Latina, necesitan recursos financieros para llevar a cabo dicha implementación. “Necesitamos poner mayor énfasis en poder apoyar a estos países para que cuenten no solo con los recursos financieros, sino también con los elementos necesarios para poder llevar a cabo esta transformación”, afirma, enfatizando que en el caso de la región, como son países de renta media, en su gran mayoría, “ha sido un elemento que ha limitado mucho el acceso a determinados recursos”. “También hay varios países que están muy endeudados y eso les ha impedido obtener estos recursos”, agrega.
A pesar de ello, la región es una de las más vulnerables a los impactos del cambio climático. Por ello, apuesta a que las pérdidas y daños que sufren estos países sean abordados “en mecanismos financieros que brinden un apoyo justo”. Sin embargo, este tema quedó pendiente en la última cumbre sobre cambio climático de Glasgow (COP26) debido a “la resistencia de muchos países desarrollados a poder hablar del tema”.
Asimismo, aún está pendiente el compromiso financiero de los países desarrollados que hicieron en el marco del Acuerdo de París. «No se ha cumplido esta meta de movilizar 100.000 millones de dólares en 2020», recuerda, subrayando que esto ha provocado «una enorme decepción y frustración en los países en vías de desarrollo». “Ha contribuido a una cierta erosión de la confianza y una división entre los países del mundo desarrollado y los países en vías de desarrollo que no ayuda al proceso de abordar el cambio climático”, lamenta.
Por último, insta a que se dediquen más esfuerzos a esta lucha global tan necesaria, como ha demostrado la ola de calor que ha azotado a Europa esta semana. Por eso, insta a los tomadores de decisiones a definir esto como lo que es, “una emergencia climática”. “Hay que tratarlo como una emergencia: hay que asignar recursos y acelerar los procesos”, dice, lanzando un llamado a los jóvenes: “Necesitamos que exijan a los tomadores de decisiones que tengan estos temas en lo más alto de la agenda”.
(es)