Se desconoce exactamente cuántos docentes, de diferentes niveles académicos, han agredido o agredido alguna vez a sus alumnos, sin embargo, datos de la Comisión Nacional para Prevenir la Discriminación indican que 4 de cada 10 niños denunciados durante el 2021, han sufrido algún tipo de violencia o discriminación. en su escuela
Hay docentes que discriminan, desde sentar a un alumno en el lugar más alejado cuando tiene problemas de visión, no considerarlo en eventos importantes, hasta exponerlo frente a sus compañeros, son algunas de las conductas de los docentes agresores.
Es muy probable que la mayoría de nosotros hayamos tenido alguna vez un profesor de este tipo, o los clásicos que se burlaban de las condiciones físicas de sus alumnos.
Recuerdo varias situaciones de este tipo de violencia que vivimos mis compañeros y yo por parte de unos docentes del CETIS 49, en La Noria, Xochimilco, cuando cursábamos el carro técnico en comunicación con el bachillerato. Allí presencié uno de los peores casos de discriminación de género que he visto. Vale la pena saberlo.
Había una profesora, ella enseñaba matemáticas, la profesora Luz, pffffff yo sufría cada vez que tenía clase con ella; A pesar de que la profesora si sabía del tema, era compleja de enseñar y además cuando estaba de mal humor apuraba la explicación, lo que hizo que muchos nos quedáramos boquiabiertos sin saber cómo se había logrado tal o cual resultado. Y peor aún, si ella quería que le expliquemos y lo hacíamos mal, como retrasados mentales, literalmente, no nos defraudaría. Gritó, agitó las manos y repitió que éramos retrasados, creíamos que le encantaba esa palabra.
Un día, una de esas cosas de la vida, llegamos a una clase más temprano de lo normal, también llegaba la maestra Luz, estábamos justo en el momento en que ayudaba a su hija a bajarse del auto, cuando prestamos atención, la niña , era evidente, tenía algún tipo de discapacidad intelectual; nos sorprendieron aún más los insultos matemáticos.
Luego vino lo peor. Alrededor del tercer semestre, el director de la escuela tuvo una reunión con todo el salón de clases, solo faltaban tres compañeros, un niño y dos niñas. Resultó que la maestra nos informó que el compañero ausente nos había engañado a todos, a ellos ya nosotras, porque nos mintió y nos dijo que era un hombre cuando en realidad era una mujer.
La sorpresa fue inmensa para todos, la verdad no lo podíamos creer, las dos compañeras que no estaban habían sido sus novias en diferentes momentos y la profesora de matemáticas fue la encargada de darles la noticia. Querían echarlo de la escuela, querían obligarlo a entrar al baño de mujeres y comportarse como tal. Nos opusimos, fue injusto, arbitrario, violento y violó sus derechos humanos.
No lo sacaron de la escuela, pero tampoco tardó en irse, el ridículo al que se enfrentó fue terrible, el profesor de matemáticas y el de economía, en concreto, en su pase de lista gritaron su mujer. nombre y lo llamó cosas para que se diera cuenta de que estaba «enfermo». Poco después de que se fuera. Pasaron los meses hasta que volvimos a saber de él, su madre lo apoyaba, pero estaba en una depresión severa. Y es que esta no había sido la primera vez que lo habían echado de una escuela pública por la misma situación.
Luego conocimos la historia de mi amigo Alan, que en ese momento no sabía cómo definirse, ahora lo sabe: es un hombre trans. Sin duda, y lo hemos comentado, gran parte de su vida hubiera sido diferente si el CETIS le hubiera brindado otra atención, otro trato, un verdadero apoyo. Hasta aquí lo dejó.
POR KARINA ÁLVAREZ
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