“¿Quieres un seguro antirrobo? ¿Y una garantía adicional? Las preguntas se repiten a la hora de adquirir un teléfono, tecnología o electrodomésticos. Prometen una protección extra al usuario y más cuidados. Las asociaciones de consumidores no lo ven ideal y advierten de su elevado coste. Es hora de sopesar los pros y los contras.
El truco está en atender casos como rotura por caída o robo, entre otros. Lo ofrecen desde grandes cadenas hasta los propios fabricantes (Apple, Samsung, Huawei…). La garantía legal ya cubre tres años –y otro año más si se hace una reparación y vuelve a aparecer un problema por el mismo motivo–, pero es para “fallos originales o inesperados que no sean por negligencia o desgaste”, recuerda Àlex Cànovas , abogado de la Unión de Consumidores de Cataluña (UCC). “Una caída, mojarse, instalar aplicaciones maliciosas u otras acciones provocadas por el consumidor” no entrarían en juego, por lo que las protecciones extra tendrían sentido desde el principio.
En las ofertas actuales, la cobertura por daños, rotura y robo suele rondar los 180 euros al año para un teléfono de 600 euros.
Pero un primer freno es el coste, con pagos mensuales o anuales. “Suelen tener cantidades muy elevadas. Se paga una cantidad enorme dado el porcentaje ínfimo de probabilidades de que suceda lo que nos cubre. «Quien decida contratarlos debería pensar bien si merece la pena por el gran precio», advierte Rubén Sánchez, secretario general de Facua.
Por ejemplo, si la compra de un producto se financia a lo largo de varios años, se puede acabar pagando la misma cuota que un seguro o una garantía extra. En un móvil de 600 euros, la garantía contra daños, roturas y robos es de 15 euros al mes, 180 al año, según ofertas vigentes en una de las principales cadenas. Por un portátil de 550 euros, entre seguro y garantía extra pagas 230 euros de una sola vez (durante 3 años). Los fabricantes ofrecen sus propios programas que no se alejan mucho de estos costes. Así, al cabo de unos años se paga tanto que se podría haber comprado un producto nuevo.
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Por tanto, se debe evaluar la vida útil del producto. Merecería más la pena ampliar la garantía “para dispositivos que probablemente tengan una larga vida útil”, cree Cànovas. “Hay que ver si ese producto tendrá una vida útil superior a tres años (superando la cobertura general). Podría ser viable para un frigorífico o un televisor, pero en principio no para un teléfono móvil. Y respecto a robos y roturas, debemos valorar si se trata de un objeto susceptible a ellos”.
Otro factor a tener en cuenta es que en el seguro de hogar, si lo tienes, estos supuestos ya están cubiertos, por lo que “estaríamos pagando dos pólizas de seguro”. En caso de duda, se recomienda revisar la política y contactar con la empresa. Luego, compara coberturas y comprueba si estás interesado en una nueva o no. “Conviene estudiar bien el mercado y contratar lo que mejor se adapte a tus necesidades, no guiarte sólo por el precio”, aconsejan desde la asociación Asufin.
Revisar lo que se ofrece puede descubrir sorpresas con las soluciones que se dan
Tampoco debemos dejarnos llevar y decir un rápido “sí” en la tienda si nos lo piden. Es mejor revisar las condiciones y contratar más tarde. “Hacerlo caliente suele ser una mala idea. Si sentimos que tenemos que firmar en este momento es una mala señal que sugiere que no quieren que leamos las condiciones”, afirma Cànovas.
Leer con atención puede descubrir sorpresas que no te gusten. Como sustituir un terminal por uno reacondicionado, no nuevo, en caso de rotura. En Facua denuncian que «es un sector donde hay un alto índice de incumplimientos, irregularidades y prácticas fraudulentas en las licitaciones». Algunos puntos destacados como los “reemplazos de baterías”, algo que ya entraría en la garantía legal de tres años si han fallado por sí solos. También deberán garantizar los repuestos por diez años. En la OCU destacan que “cualquier seguro que ofrezca el vendedor debe ser para mejorar esa garantía legal”.
No precipitarse, comparar, evitar pagos duplicados y evaluar coberturas y supuestos son fundamentales, entonces, antes de decir «sí».
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