En días pasados, el presidente López Obrador envió al gobierno chino una carta solicitando ayuda a su homólogo Xi Jinping para detener el tráfico de fentanilo desde Asia hacia México. Como siempre, el presidente mira para todos lados menos para adentro de su gobierno, y reparte culpas, característico de esta administración.
El Gobierno de China, a través de su vocero, Mao Ning, respondió que Estados Unidos debe enfrentar sus propios problemas, además de negar categóricamente que exista tráfico ilegal con nuestro país.
Esta carta enviada al gobierno de China es la que planteó el presidente López Obrador ante las críticas de senadores y congresistas del Partido Republicano, quienes han culpado a México por el tráfico de fentanilo, además de señalar que el gobierno mexicano no ha hecho lo suficiente en la lucha contra los cárteles de la droga.
Como siempre, y fiel a su comportamiento, López Obrador aseguró que estas acusaciones son una estrategia para aprovechar las elecciones en Estados Unidos el próximo año, solo omitió calificarlos de conservadores, fifis o miembros de la mafia del poder. China, por su parte, no desaprovechó la oportunidad de darle una recarga a nuestro vecino del norte y condenar las prácticas hegemónicas y hostigadoras contra México.
Del mismo modo, y ante la obviedad de lo que sucede en nuestro país, el gobierno chino estableció que «espera que México tome
medidas más fuertes en la lucha contra las drogas”. Seguramente, como muchos mexicanos, también creen que la política del presidente de “abrazos, no balazos” no está dando los resultados esperados y, sobre todo, prometidos.
López Obrador podría haber enviado al canciller Marcelo Ebrard a tratar el tema por la vía diplomática, en lugar de enviar otra de sus famosas cartas, como aquella en la que le pedía al rey Felipe VI que España se disculpara por los abusos cometidos por los españoles en la conquista de México.
En aquella ocasión, el Gobierno español emitió un comunicado en el que rechazaba enérgicamente el contenido de la carta y lamentaba profundamente que se hubiera hecho público su contenido.
En el caso de la carta al presidente Xi Jinping, no va tan lejos, pero sí deja claro que para ellos el mandatario mexicano no está tomando las medidas adecuadas en la lucha contra el narcotráfico.
Otra vez un gobierno le responde, pide ayuda y lejos de recibirla al menos en respuesta a su carta, se exhibe. En esto
caso, en sus políticas que tienen que ver con la lucha contra el crimen organizado.
Lo que se puede afirmar es que en este punto el presidente López Obrador no engañó a los mexicanos como en muchos otros.
Siempre dijo en sus múltiples campañas políticas, incluso como jefe de Gobierno de la Ciudad, «que la mejor política exterior es la
adentro». Está claro, lo suyo no son las relaciones internacionales.
Se dice que Juarista, sin embargo, no aplica el apotegma de Benito Juárez: «Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto a la
el derecho de otro es la paz».
Cada vez que puede, descalifica, señala, ataca y cuando no se le ocurre nada, envía una carta para desviar la atención y que la gente buena y sabia hable de una ocurrencia más. Esto ha ocurrido durante los últimos cuatro años.
POR EDUARDO MACÍAS GARRIDO
EDUARDOMACG@ICLOUD.COM
@EDUARDO84888581
LSN