Hace un año, el Mundial de Qatar nos sorprendió con un espectáculo futbolístico que dejó un intenso anhelo de más. Sin embargo, el panorama actual del fútbol nacional no brinda la misma confianza que entonces.
El reloj sigue corriendo a tres años del próximo Mundial, la incertidumbre rodea el desempeño de la selección mexicana y el papel que jugará México como país anfitrión junto a Estados Unidos y Canadá.
Aunque el legado del Mundial 2022 perdura en nuestra memoria, es momento de mirar hacia el futuro y preguntarnos: ¿Qué podemos esperar de la selección y de México como anfitrión en este contexto de incertidumbre? La especulación se mezcla con la emoción a medida que aumentan las expectativas.
Es momento no sólo de soñar con la gloria, es una oportunidad para afrontar los retos y aprovechar las posibilidades que se presenten. A medida que nos acercamos a la próxima Copa del Mundo, hay emociones renovadas, talento en evolución y la posibilidad latente de sorpresas en el horizonte en casa.
La ausencia de una identidad de juego clara, pero sobre todo los resultados irregulares son cuestiones que requieren atención urgente. ¿Seremos finalmente testigos de cambios dramáticos en nuestro fútbol? ¿O seremos testigos de la consolidación de nuevas potencias futbolísticas en lugar de la consolidación de nuestro propio fútbol?
Podemos volver a sumergirnos en la pasión y la belleza del fútbol, con la esperanza de que este evento trascienda las canchas, dejando un legado significativo en la historia del deporte, donde México, ya sea como anfitrión o equipo, juega un papel crucial.
Además, la innovación en el fútbol se convierte en un tema de interés. Los avances tecnológicos y la modernización de estadios que nos asombraron en Qatar plantean la pregunta de qué sorpresas nos traerá el Mundial 2026, sabiendo los grandes aliados que tendrá como coanfitriones.
Persisten las dudas sobre la organización, la logística y la situación sociopolítica de este evento en los tres países anfitriones. La transparencia y el respeto a los derechos humanos deben ser pilares fundamentales en la preparación de este monumental espectáculo futbolístico que será albergado, por primera vez en la historia, por tres países.
A tres años del Mundial, la selección mexicana tiene la oportunidad de convertir la incertidumbre en un punto de inflexión, contrarrestando el efecto negativo de decisiones puntuales que han limitado el crecimiento del fútbol nacional, la falta de ascensos/descensos y la no participación en torneos internacionales. como la Copa Libertadores o la Copa Sudamericana, donde ya se había recorrido un buen camino y que son un claro ejemplo de cosas que quedan por hacer y que repercuten en el crecimiento del nivel deportivo. Una vez más cobran importancia los torneos por equipos con límite de edad como sub-20 y sub-18, pues estos semilleros serán un recurso muy útil ante el inminente relevo generacional que se vivirá antes, durante y después del Mundial 2026. .
Este momento crítico podría ser el inicio de una nueva era de estabilidad, cohesión y éxito para la selección mexicana en la gran cita mundialista. Qué mejor que este cambio empezando por casa, con nuestra gente, tan ávida de logros y motivación.
Por Diego Sánchez González ‘SAGO’
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ZEE
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