William Shakespeare Dijo: «Todo el mundo es un teatro, y todos los hombres y mujeres son meros actores: entran y salen del escenario… a veces con frecuencia».
La oposición en México da la impresión de cumplir con el perfil propuesto por Shakespeare: entra y sale de escena, a veces con frecuencia, pero no deja de hacer teatro. No parece estar construyendo el futuro, sino que finge que lo hace, pero no lo hace.
No en vano es llamado y preguntado con insistencia, desde muchos sectores de la sociedad, angustiados por el futuro del país: «¿Y dónde está la oposición?». y «¿cuándo te vas a unir?»
Porque mientras Morena y el Presidente promueven la idea de la patria de un solo hombre y un solo partido, la oposición oscila entre su enfrentamiento a esas ideas autoritarias presidenciales y la aceptación de las reglas del “juego democrático” formalmente existente, como si en México se viviera cierta normalidad. Que no es el caso, porque es cualquier cosa menos normal.
Evidentemente no es una situación fácil para la oposición. Enfrenta el desafío de mantener la convicción democrática y la institucionalidad del equilibrio de poderes mientras compite contra un impostor que juega sucio, y siempre lo hará, sin acatar las reglas y que está permanentemente dispuesto a usar el aparato estatal para destruir a sus oponentes. El enfrentamiento es entre desiguales.
Por lo tanto, la gran pregunta para la oposición es cómo enfrentar las dificultades inherentes a su condición política de relativa debilidad, para crear las mejores condiciones posibles que le permitan allanar más a su favor el terreno de la confrontación.
Debe partir de la noción de que no tendrá una candidatura presidencial forjada por casi dos décadas de presencia política en el escenario teatral nacional, como es el caso de López Obrador. la oferta de López Obrador Fue, y sigue siendo, López Obrador.
La oferta de la oposición debe ser una idea fuerte, sustentada en una plataforma plenamente asumida por los partidos políticos y la sociedad civil en su gran diversidad y pluralidad. La oferta es la defensa de las libertades, la tolerancia, la pluralidad y la Constitución. En la negativa, AMLO ofrece autoritarismo, restricciones a las libertades, menos democracia y falta de respeto al Estado de derecho.
Una plataforma de esa amplitud y espíritu democrático será el eje unificador de toda la oposición. La candidatura presidencial será quien lleve la voz principal para exponer esa agenda.
La oposición podrá designar al inicio de la campaña y sin demora el gabinete ampliado que acompañará al candidato presidencial en sus giras y, además, realizará sus propias giras para exponer con más detalle la propuesta política del gobierno de coalición que se está destinado a ser construido.
En otras palabras, es posible tener voces diversas que hablen de una nueva forma de gobernar, más plural y democrática, haciendo de los Secretarios de Estado agentes políticos por derecho propio. Eso permitirá a los votantes distinguir entre sus dos opciones: un gobierno de un solo hombre y, por otro lado, un gabinete de coalición con miembros coordinados y voz propia.
El valor de esto es el contraste, considerando que López Obrador está advirtiendo a quien quede de su candidato que tendrá que ceñirse a su agenda: petróleo, tren maya, guardia nacional al Ejército y la desaparición de todos los órganos autónomos, sin distinción.
Una candidatura presidencial acompañada de su gabinete tendrá un enorme espacio para influir en el estado de ánimo nacional a favor de una «transición democrática».
Por otro lado, lo que las elecciones de medio término permitieron popularizar es la idea de que ganar el Congreso es una tarea fundamental. López Obrador también aprendió esa lección.
Por eso, desde ahora llama a sus seguidores a provocar una avalancha de votos para recuperar el ? partes del Congreso para impulsar sus reformas constitucionales. Él entiende que el otro poder, el Congreso, es fundamental para hacer avanzar las agendas presidenciales. La oposición también tiene que asimilar y aprender de esta lección. No basta ganar el Poder Ejecutivo. El Poder Legislativo es clave en los logros o fracasos de una Presidencia, bajo el mandato de quien sea.
Por todas estas razones, la oposición debe acceder a postular candidatos comunes en las 300 circunscripciones con la esperanza de obtener la mayoría en el Congreso. Dado que los partidos conservan el control de sus listas plurinominales, allí tienen la posibilidad de tratar temas relacionados con sus equilibrios internos, dejando que las circunscripciones por mayoría se jueguen democráticamente entre postulantes de diversa procedencia.
En el caso de los 300 distritos electorales, se pueden definir los candidatos mejor posicionados para ganar, trabajando en combinación con encuestas, primarias o candidatos “naturales”, dependiendo de las particularidades de cada distrito, para finalmente nombrar un solo candidato que representará a la oposición en su conjunto. Las organizaciones ciudadanas, sociales y partidarias podrán proponer candidaturas para participar en la selección del representante final del grupo.
Para lograr este propósito será necesario llevar a cabo varios procesos. Primero, habrá que convencer a todas las partes, menos Morena y aliados, para que acepten el acuerdo. Posteriormente habrá que promover la inclusión de las universidades del país para que sean garantes del proceso académico. La sociedad civil debe sumarse y participar proponiendo candidatos y colaborando en la organización de elecciones ciudadanas por distrito.
A diferencia de Morena y aliados, este proceso de oposición será abierto, profundamente democrático y capaz de encauzar y captar muchas expresiones sociales dentro de un mismo distrito electoral.
Personalidades y figuras públicas podrán promover la participación en elecciones ciudadanas en sus redes sociales y espacios de expresión para definir las candidaturas de toda la oposición. Será un ejercicio único, nuevo y abierto a la participación y colaboración ciudadana.
Finalmente, la receta para un avance exitoso de la oposición y para que gane la Presidencia de la República y la mayoría en el Congreso es a través de la unidad. Solo el México unido puede salvarse. ¡unámonos!
POR RICARDO PASCOE
ricardopascoe@hotmail.com
@rpascoep
MAÍZ
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