La pregunta fue brutal y el fiscal general de los Estados Unidos, Merrick Garland, se negó a responder. «¿Crees que el presidente de México es nuestro amigo?» preguntó el senador John Kennedy, un republicano conservador de Luisiana.
La pregunta, durante un intercambio en el Subcomité de Asignaciones de Comercio, Justicia, Ciencia y agencias relacionadas del Senado, destacó dos cosas.
Uno, que las cuestiones paralelas del tráfico de fentanilo y la migración son las que afectan –al menos políticamente– la relación bilateral.
Dos, que el cuerpo político estadounidense –tanto republicanos como demócratas– se sienta obligado a plantear la posibilidad de presionar a México para enfrentar las decenas de miles de muertes que provoca anualmente el fentanilo en Estados Unidos y que las autoridades estadounidenses insisten en considerar. que la droga se fabrica en México con insumos chinos.
Y en ese marco, existe la posibilidad de que busquen utilizar una táctica ya probada por Donald Trump cuando era presidente: la imposición de aranceles a la importación de productos mexicanos y la posibilidad de incluso utilizar el acuerdo México-Estados Unidos-Canadá. Acuerdo comercial. (T-MEC).
Según Trump, esa amenaza tuvo efectos reales.
Garland respondió a las preguntas de los senadores sobre el uso de la presión económica y recordó:
«Necesitamos la cooperación de México. México ha sido algo cooperativo en nuestra lucha contra los cárteles, no tan útil como me gustaría que fueran. Pero sin su cooperación, no podremos destruir a los cárteles».
Pero la respuesta no impidió que Joe Manchin, senador demócrata de Virginia Occidental, preguntara si México es un buen vecino.
«O son un buen vecino, parte del T-MEC, o básicamente declaramos que no son un buen vecino ni merecen recibir una buena posición, porque hay muchas cosas ilícitas que pasan por esa frontera», dijo Manchin. dicho.
Es cierto que, como dice el presidente López Obrador, este es un tema influenciado en gran medida por la temporada electoral.
Pero eso no significa que quienes ya tienen cargos o quienes aspiran a ellos no se sientan obligados a responder para enfrentar las críticas y exigencias de sus electores.
De hecho, si hay que creer en algunas versiones, es probable que el presidente Joe Biden determine algunas medidas de endurecimiento en la frontera con México, específicamente contra el paso de inmigrantes indocumentados y narcotraficantes, en respuesta a presiones internas y en el marco de su propia aspiración a la reelección: le acusan de ser débil y de haber provocado el agravamiento del problema migratorio al derogar las duras políticas impuestas por Trump.
Peor aún, los legisladores estadounidenses ya comienzan a preguntarse sobre la posibilidad de utilizar el T-MEC para presionar a México.
Y la revisión del T-MEC se producirá en 2026. ¿Seremos amigos para entonces?
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