El FC Barcelona no falló. Tenían un desafío que pocas veces han tenido que afrontar en los últimos años, pero el vigente campeón no se rindió. Sabía que tendría que remar y vaciarse, pero no iban a desperdiciar un escenario tan simbólico para el barcelonismo como Stamford Bridge. Aitana igualó el empate en la primera parte, y Rolfö remató la faena de penalti en la misma portería en la que Andrés Iniesta se hizo eterno hace 15 años. No podría ser más perfecto.
En un día frío y gris en Londres, la lluvia prevista a la hora del partido llegó puntual al evento. Un fino velo que cayó sin cesar durante todo el partido mientras se libraba una batalla a vida o muerte bajo el cielo de la capital londinense. El billete a la final de la Champions está en juego, nada más y nada menos. “Tenéis a toda la afición del Barcelona cuidándoos”, había dicho el presidente Joan Laporta a los jugadores antes del partido. Mucha presión, pero nada que un vestuario acostumbrado a los grandes acontecimientos no pueda soportar.
Los jugadores abandonaron el calentamiento aplaudidos por los suplentes, que les esperaban en la entrada del túnel de vestuarios, con caras de concentración y seriedad. No era de extrañar, dado todo lo que estaba en juego. Sonó el pitido inicial y la grada comenzó su particular duelo entre canciones blaugranas y blues. También el duelo sobre el césped. Un partido de alto voltaje que empezó con mucha intensidad, quizá demasiada para un FC Barcelona más acostumbrado a controlar los partidos que a verse envuelto en pulsos de tanta presión. Resistió con solvencia, pero se apresuró. Quería, necesitaba, un gol temprano y las prisas prevalecieron sobre el control en los primeros compases. Poco a poco el Barça fue ganando más posesión, pero fue seguido de cerca por un Chelsea letal al contraataque. Especialmente en su carril izquierdo, donde Ashley Lawrence venció a Lucy Bronze una y otra vez. Entre ella y Leupolz convirtieron el juego del conjunto inglés en un martirio.
Pero las blaugrana se iban haciendo con el control del partido y Caroline Graham Hansen mandó el primer disparo entre los tres palos desde un córner, pero un atento Hampton lo salvó en dos tiempos. Fue el preludio de lo que vendría después, en el minuto 25. Magnífico pase entre líneas de Patri Guijarro que llegó a los pies de Aitana Bonmatí que con un potente disparo cruzado traspasó la portería rival después de que el disparo impactara en las piernas de una defensa, imposibilitando a Hampton hacer nada.
El banquillo azulgrana enloqueció mientras el centrocampista corría hacia ellos celebrando el gol que igualaba la eliminatoria. Jugadores y cuerpo técnico se fundieron en mil abrazos y gritos de rabia. La remontada estuvo más cerca.
Pero el Chelsea se encargaría inmediatamente de demostrar a los blaugrana que cualquier pequeño error se puede pagar caro. Leupolz se estrelló en el larguero con un potente disparo a la media hora de juego mientras el banquillo azulgrana se impacientaba. Los jugadores comentaban las jugadas con nerviosismo mientras el Chelsea vivía paradójicamente sus mejores minutos. Cata le dio otra oportunidad a Macario a córner en una jugada que se le iba a los blaugrana. Necesitaban pausar el partido y Giráldez aprovechó una interrupción mientras Irene Paredes era atendida para reunir a sus jugadores y restablecer el orden. El conjunto culé resistió, marchándose al vestuario con ventaja en el marcador. Aunque aún quedaba mucho por remar para llegar a la orilla de la final de la Champions.
El equipo salió bien en la segunda parte, mucho más reconocible en su fútbol, combinando con paciencia y tejiendo jugadas en ataque, pero una vez más el Chelsea sería el encargado de bajarles a la tierra y recordarles que cualquier error les saldría caro. . Lucy cometió un grave error defensivo que dejó solo a Nüsken. Afortunadamente su disparo dio en el poste.
El partido se volvería en contra de los blaugrana cuando el Chelsea se quedó con diez por la expulsión de Buchanan en el minuto 59, que vio la segunda amarilla por una fea entrada en el tobillo de Patri Guijarro.
Cada minuto que pasaba el Barça se sentía más cómodo. Redescubrió su fútbol, aunque necesitaba ser más incisivo en ataque. Y entonces, Aitana fue derribada dentro del área en un clarísimo penalti que sorprendentemente se encargó de ejecutar Fridolina Rolfö. La sueca no falló y en el mismo gol donde hace 15 años Andrés Iniesta marcó uno de los goles más emblemáticos de la afición barcelonesa, marcó el 0-2 que le dio al Barça el puesto en la final de la Champions. Pero quedaba un cuarto de hora de partido.
La lluvia arreció, como si quisiera acompañar a las miles de gargantas azules que intentaron convertir Stamford Bridge en un infierno para los culés. Empujó como nunca a la afición de su equipo, intentando suplir con su empuje la ausencia de Buchanan, y el Barça tuvo que hacer un ejercicio titánico de resistencia. Pero resistió, ante un Chelsea centrado en atacar la portería del Cata Coll, resistió como nunca y consiguió el billete a la final más reñido de los últimos años. Los futbolistas saltaron a abrazarse en el centro del campo. El cuerpo técnico hizo lo propio en el banquillo mientras las gradas de Stamford Bridge se vaciaban, dejando a los blaugrana celebrar su merecida victoria.
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