Estatus regular: licencia para soñar con migrantes venezolanos en República Dominicana

John Sánchez no ha visto a su esposa e hijas durante seis años. Este hombre de 29 años salió de Venezuela en plena crisis económica junto a otros 6,8 millones de personas, que abandonaron sus hogares con el corazón lleno de esperanza.

John planeó conseguir un buen trabajo y enviar dinero a casa para alimentar a su familia y eventualmente ganar lo suficiente para llevarlos a vivir con él a la República Dominicana, donde se estableció.

Pero nunca imaginó lo difícil que sería ser indocumentada, lo que hizo que ganarse la vida fuera aún más difícil, especialmente durante la pandemia de COVID-19. Apenas si podía mantenerse con lo que él ganaba haciendo entregas. Después de seis años de trabajo precario, John se encuentra entre los casi 100.000 inmigrantes irregulares de Venezuela en República Dominicana que han recibido visas de regularización.

acuerdos historicos

“Mi visa es mi licencia para soñar; ahora podré establecerme con mayor seguridad en este país y encontrar un trabajo formal en la industria del marketing donde puedo aplicar mis habilidades y estudios universitarios. Todo cambiará”, le dice a Noticias ONU, explicando que su prioridad es enviar dinero a casa para alimentar a su familia y eventualmente reunirse con ellos.

Los históricos Acuerdos Especiales de Estancia de República Dominicana, apoyados por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), brindan un salvavidas a los migrantes de Venezuela, permitiéndoles acceder a trabajo digno, salud y educación, gracias a su incorporación al sistema de seguridad social y ofrecerles la posibilidad de tener cuentas bancarias.

República Dominicana es el primer país receptor de población de Venezuela en el Caribe, con más de 115,000 personas que han buscado nuevas oportunidades en el país.

El proceso de regularización incluye tres etapas. El primero es la solicitud de prórroga de estancia, visado y permiso de residencia. A abril de 2020, más de 42.000 venezolanos se han registrado para extender su estadía y a septiembre de 2022, más de 21.000 han recibido su visa de trabajo. Otras miles de personas aún se encuentran en alguna de las tres etapas del mencionado plan.

Yuli Gorrín, empresario venezolano que vende arepas y otras pastas tradicionales.

Convirtiendo la esperanza en realidad

Yuly Gorrín es una empresaria venezolana de 46 años que desde 2018 se dedica a la venta de alimentos, ofreciendo tortitas de harina de maíz blanco conocidas popularmente como arepas, además de otras comidas tradicionales venezolanas.

“Para un migrante, vivir sin documentos es vivir como un fantasma”.

Después de cuatro años siente cierto alivio porque está cerca de acceder a su visa de regularización, que para ella es un permiso para soñar que le permitirá llevar su negocio a otro nivel mucho más allá de lo que hubiera podido con un estado irregular.

“La regularización es vital, porque no tengo acceso a casi nada sin ella. Sin la documentación adecuada, no puedo vender mis productos culinarios a tiendas y supermercados”, dice Yuly, cuya pequeña empresa recibió un impulso de la agencia de la ONU a través de “capital semilla” y asesoramiento empresarial.

Con el apoyo de la OIM, ocho organizaciones en Venezuela han creado centros de orientación conocidos como “Ventanas de Orientación Gratuita”, donde más de 15.000 personas registradas ya han recibido información sobre el proceso, orientación y documentación. Los promotores y coordinadores de cada centro -que en su mayoría son migrantes venezolanos- han estudiado el mecanismo y orientan al grupo para que puedan recibir sus prórrogas y visas, haciendo del proceso una experiencia única.

«La idea de este proceso es que un migrante ayude a otro migrante. Mi trabajo como venezolana es orientar a otros compatriotas y hacerlos sentir como en su casa”, dice Yuleima Sarraga, promotora educativa caraqueña que ahora realiza la misma actividad en el centro de orientación de Santo Domingo, uno de los lugares con un mayor número de personas que piden ayuda con sus solicitudes.

Ocho organizaciones de migrantes venezolanos ubicadas en los centros ayudan a difundir información sobre la igualdad en las comunidades de migrantes en el país a través de “Globalízate radio”, una iniciativa liderada por el gobierno dominicano.

¿Un modelo a seguir para el mundo?

La regularización de las personas migrantes y refugiadas venezolanas es un tema crucial para los países de acogida, especialmente en América Latina y el Caribe, región que alberga el mayor número de desplazados: 5,8 de los 6,8 millones repartidos por el mundo.

Varios países están impulsando la inclusión de venezolanos que buscan permanecer en sus comunidades de acogida, brindando soluciones y esperanza a miles de migrantes y enviando un mensaje importante para la reintegración en los países receptores.

La respuesta de América Latina y el Caribe a los venezolanos podría servir como ejemplo de solidaridad para otros países. Diversas iniciativas en Argentina, Brasil, Colombia, Ecuador, Paraguay, Perú, Uruguay y otros países están facilitando la documentación y buscando soluciones para la regularización, además de ofrecer protección a la población venezolana a través de diferentes instrumentos en su legislación nacional.

Un camino, pero no un destino

Dichos instrumentos incluyen plataformas de coordinación entre los gobiernos regionales que capitalizan la experiencia técnica de las organizaciones no gubernamentales y las Naciones Unidas. Sin embargo, la regularización es un camino, no un destino. Para llegar al destino de una integración exitosa, es necesario contar con el apoyo ininterrumpido de la comunidad internacional.

“La migración es extremadamente beneficiosa y positiva para los migrantes y las comunidades de acogida. Si se gestiona de manera ordenada, segura y regular, puede ser un elemento de desarrollo en las comunidades de acogida y mejorar las condiciones relacionadas con los ingresos”, dijo Josué Gastelbondo, jefe de la Oficina de la Organización Internacional para las Migraciones en República Dominicana. Dominicano.

Al igual que John, los migrantes en Venezuela son optimistas sobre el futuro. Su sueño de regularización se ha hecho realidad y muestra su visa con mucha emoción; ve un mundo de oportunidades y caminos abriéndose. Ahora podrá acceder a un trabajo legal y soñar con volver a abrazar a su esposa e hijas.

“Ahora que tengo mi visa, todo lo que puedo pensar es en estar con mi familia y traerlos conmigo para comenzar una vida nueva y mejor aquí”, dice.

Esta historia fue escrita por Gema Cortés, de la Unidad de Prensa de la OIM, Oficina del Enviado Especial para la Respuesta Regional a la Situación en Venezuela.

Con información de un.org

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