Durante las últimas cinco décadas, hemos estado deteriorando nuestro medio ambiente. Las áreas naturales se han reducido, el planeta se ha calentado, han estallado guerras, pandemias como depresión y ansiedad, COVID, VIH, abandono familiar, poco compromiso humano, en fin, parece que todo se ha resquebrajado, y hay un común factor. Somos el ente racional que lo está impulsando, al tener metas que van más allá de nuestra propia seguridad y bienestar, lo que nos lleva a seguir el sueño hipnótico hacia el vacío.
Qué extraño llamarnos racionales, si dentro de este nebuloso panorama, existe una enorme cantidad de expresiones artísticas, científicas, jurídicas y sociales que nos muestran que es posible reconstruir el mundo, y nuestra relación con el entorno natural; pero al parecer, seguimos retrocediendo. ¿Lo que está sucediendo?
Por supuesto, hemos escuchado o vivido estas circunstancias, pero después de apagar el documental o las noticias, la vida sigue como está. Quizás han omitido darnos información; O, quizás, es que nunca se nos ha dicho qué papel podemos jugar individualmente, para cambiar las circunstancias. Lo único que se menciona es que dejemos de hacer y usar cosas que durante años nos han hecho creer que son parte del progreso y, por tanto, imprescindibles para vivir. Antes de eso, una persona carece de poder.
Cambiar el coche por uno eléctrico, bañarse con agua fría, no comprar plásticos permanentemente, reducir nuestro consumo de carne de cualquier variedad, comer todo lo orgánico, no usar bloqueador solar, al ir a la playa, no usar sartenes con teflón, salir de viaje en avión, dejar de trabajar más de 40 horas, tener unas vacaciones dignas, tener contacto con la naturaleza. En definitiva, una serie de requisitos que salen de las manos de cualquier persona o familia.
Eso sí, que la responsabilidad a veces parece que sólo se deposita en unos pocos, y no en todo el grupo. Si los que fabrican consumibles contaminantes, y que no dejan de hacerlo, tuvieran la obligación de cambiar el producto, seguramente no tendríamos que preocuparnos de que nuestro coche sea un degradador de la naturaleza. Si solo vendieran envases sin plástico, lo usaríamos. ¿Qué tal consumir orgánico? Los precios no tienen nada que ver con el poder adquisitivo de la mayoría. Trabajar menos de 40 horas solo es posible en países donde los avances en las disposiciones laborales son efectivos, y donde las empresas son apoyadas por programas gubernamentales para consolidarse, no como es el caso de México, donde la invasión de la precariedad laboral, nos lleva a la esclavitud dentro del área informal, ya que no existe un nivel educativo para que gran parte de la población acceda a suficientes empleos formales.
Los invito a conocer la naturaleza en lugares de Michoacán, Veracruz, Sonora, Tamaulipas, San Luis Potosí, Guanajuato y cualquier hermosa región de nuestro México. ¿Qué les impide hacer ese contacto natural? Quizás la falta de seguridad.
La responsabilidad es de todos, pero aclaremos, hay que empezar por la gran industria y el gobierno, que no son ni personas ni morales; y por ello, al ser entidades ficticias, no tienen reparos en lo que sucede con cada historia de la vida real. Probablemente, si aparece un poco de rebeldía por parte de nosotros, que sufrimos el deterioro tanto natural como social, podamos encontrar la respuesta para mejorar nuestro mundo. Hacer lo anterior implica que cerremos el año, visualizando mejores metas. Sentémonos a charlar, con nuestra familia y amigos, con quienes siempre discutimos de política, finanzas, deportes, formas de ser, etc., para enfocarnos en lo valiosas que son nuestras coincidencias. Ahí están ellos, los que pueden escucharnos o ayudarnos, cuando se nos presenta la incertidumbre, disfrazada de problemas o también cuando queremos compartir la alegría. Alimentemos ideales de humanidad, que vayan más allá de lo económico y de la posesión.
Seamos parte de una generación que ayuda a otros a lograr sus proyectos de vida. Hagamos felices a nuestros hijos e hijas, padres, madres, familia necesitada de cariño, a través de nuestro amor personal y consciente.
Tened compasión de los que sufren de soledad, no de los elegidos, porque esas personas son las que tienen verdadera pobreza.
Terminemos este año con una cercanía espiritual, independientemente de cualquier creencia, incluso si estás fuera de cualquier divinidad.
Que la vida no nos separe, para unirnos, solo en la muerte.
¿Si crees que lo que dije antes no es posible o imposible? Entonces, preparémonos para la destrucción del mundo de todas las formas posibles y demos paso a un mundo antinatural que deje de lado la realidad de que las personas son una parte inseparable de la naturaleza.
Quiero pensar que muchas personas pueden tomar conciencia de que todavía es posible comenzar con un año 2023, en el que limitaremos los estragos de los abusos de un sistema de destrucción masiva.
¿Cómo? Simplemente cambiando nuestras metas y perspectivas, por realidades posibles y sensatas.
Les deseo una Feliz Navidad y un Año Nuevo lleno de posibilidades y esperanza.
POR SARA MORGAN
CONSULTOR LABORAL Y DIRECTOR DE EQUITY JOB LAB
@MORGANSAREL
MBL
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