El presidente francés, Emmanuel Macron, advierte que la contaminación plástica mundial es una «bomba de relojería» cuando los delegados comienzan cinco días de conversaciones en París con el objetivo de llegar a un tratado internacional para acabar con los desechos plásticos.
Representantes de 175 países con ambiciones divergentes se reunieron el lunes en la sede de la UNESCO en París para la segunda de cinco sesiones con el objetivo de firmar un acuerdo histórico que abarque todo el ciclo de vida de los plásticos.
El presidente francés instó a las naciones a acabar con el actual modelo productivo «globalizado e insostenible».
“La contaminación plástica es una bomba de relojería y, al mismo tiempo, ya es un flagelo hoy”, dijo Emmanuel Macron en un mensaje de video en el que pidió el fin de un sistema en el que los países más ricos exportan desechos plásticos a los más pobres.
Agregó que las primeras prioridades de las negociaciones deben ser reducir la producción de plásticos a base de combustibles fósiles y prohibir «lo antes posible» los productos más contaminantes como los plásticos de un solo uso.
En las negociaciones también participan ONG, representantes de empresas de plástico y cabilderos, para disgusto de los ecologistas.
En febrero de 2022, las naciones acordaron en principio la necesidad de un tratado de la ONU legalmente vinculante para poner fin a la contaminación por plástico en todo el mundo, estableciendo una fecha límite ambiciosa para 2024.
El país anfitrión, Francia, organizó una cumbre ministerial el sábado con 60 países para iniciar las conversaciones.
“Si no actuamos ahora, para 2050 habrá más plástico que peces en los océanos”, dijo la ministra de Relaciones Exteriores de Francia, Catherine Colonna.
Hay mucho en juego, dado que la producción anual de plásticos se ha más que duplicado en 20 años a 460 millones de toneladas, y está en camino de triplicarse en cuatro décadas.
Dos tercios de esta producción se descartan después de usarse una o varias veces y terminan como desechos. Más de una quinta parte se tira o se quema ilegalmente y menos del 10 por ciento se recicla.
Las acciones políticas que se debatirán durante las conversaciones incluyen una prohibición global de artículos de plástico de un solo uso, esquemas de «quien contamina paga» y un impuesto sobre la producción de plástico nuevo.
Los grupos ambientalistas se sienten alentados porque la contaminación global por plásticos finalmente se está abordando, pero les preocupa que el tratado no incluya objetivos para reducir la producción total de plástico.