Primero fue la UNAM: nos dijo, más o menos, sí, yasmin esquivel había cometido plagio, pero no había un reglamento que le permitiera hacer lo que obviamente se tiene que hacer en un escenario como ese, es decir, invalidar su título de bachiller.
Parece ser cierto y, en el caso de la Universidad Nacional, tienes cierta propensión a entender que no la busco mucho en otros lugares. En última instancia, depende de los recursos públicos, tiene el desagrado manifiesto del Presidente y por lo tanto debe andarse con cuidado, así que los que creemos en las leyes, en la democracia o, pronto, en ese cierto grado de decencia social, nos respirar hondo y resignarnos a esperar que algún día la universidad encuentre la forma de responder al desafío sin suicidarnos.
¿Vamos a pasar un buen rato mientras llega la respuesta? Bueno no. Ya había que ver cómo nos fallaron las dos chairo-salas y la Suprema Corte de Justicia de la Nación ante esta etapa. Entonces, con la súper prudencia de la UNAM, te sientes medio huérfano de defensores de la democracia, pero aún con una velita encendida en alguna parte. Caray: históricamente las universidades, la Nacional para empezar, han sabido lidiar con el autoritarismo. Recordemos el 68. En uno de esos, te dices a ti mismo.
Y luego, directo a la barbilla. El País saca a relucir esta investigación sobre las prodigiosas similitudes de la tesis doctoral de la señora Yasmín con varias obras publicadas antes, y la Anáhuac, que, según se piensa, no depende de recursos públicos, y que no ha sido objeto de los fusilamientos que la UNAM ha sufrido, emite un comunicado en el que en seis párrafos, y con asombrosa ecuanimidad, advierte que no se puede hacer nada al respecto; que el ministro, a ojos de la institución, sigue siendo el mismo médico que antes de la publicación de la investigación; que el delito prescribe a los tres años, y que sale adiós.
Por supuesto, ni los comunicados de estas dos universidades son equivalentes en tono ni en consecuencias, ni son desdeñables las posibles amenazas a una institución como la Anáhuac, ni sus decisiones son extrapolables a otras universidades.
Aun así, deberían aprovechar para preguntarse cuál es su papel en una sociedad dominada por un presidente enemigo de la academia y, en general, de la democracia y las libertades.
¿No es hora de que reivindiquen con calma su papel de fuentes de crítica al poder? En términos prácticos, ¿tiene sentido esperar tranquilamente a que la furia autocrática caiga sobre ti? ¿Es una buena apuesta a medio o largo plazo?
Al final, hay muchas preguntas. Por el momento, parece que la señora Yasmín Esquivel, con un mínimo esfuerzo, puede obtener un posdoctorado en 15 días, ni que decir tiene, sin dejar el cargo. Porque ella va a sobrevivirnos a todos. Te apuesto una cena.
POR JULIO PATÁN
COLABORADOR
@juliopatan09
MAÍZ
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