Decir que las relaciones entre Estados Unidos y México atraviesan un momento difícil ya es innecesario. Siempre son complejos, aunque hay que reconocer que los últimos meses han sido muy difíciles.
Después de todo, tanto nuestro país como Washington están en modo preelectoral de cara al 2024.
Pero tal vez sea hora de que los funcionarios mexicanos bajen el volumen de sus declaraciones, en línea con lo que hacen los políticos del gobierno estadounidense.
Las respuestas a las expresiones de los políticos deben quedar al nivel de los políticos. Dan Crenshaw debería ser respondido por Gerardo Fernández Noroña o Mario Maldonado, ese es su nivel. Pero no el presidente Andrés Manuel López Obrador, ni siquiera el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, aunque ambos se mueren por subrayar su patriotismo ante la embestida de la derecha estadounidense.
VERDADERO. Hay declaraciones que “queman” y respuestas que queman la lengua, pero a veces es más fácil bravuconear que hablar con responsabilidad.
Así lo sabe Crenshaw, un diputado que es uno de los 435 legisladores de la cámara baja del Congreso estadounidense y no tiene mando ni responsabilidad directa, aunque sí tiene la ventaja de representar a los 750.000 habitantes del segundo distrito electoral de Texas, al norte de houston La publicidad de confrontar al Presidente de México en riña lo beneficia ante sus votantes.
Ni López Obrador ni Ebrard, en su rol de secretario, pueden darse el mismo lujo. AMLO habla en nombre de la nación y sus palabras comprometen al país, no solo a un partido político. Ebrard, en su faceta de «corcholata», sí, pero sigue siendo canciller y su papel como tal sería asesorar al Presidente, no pretender destacar.
Y sí, la posición republicana es preocupante porque hay un sector de la opinión pública estadounidense que ve mal a México en general ya su gobierno en particular, al considerar que defiende a los cárteles de la droga, no a la soberanía nacional; que descuida la situación de seguridad interna y la cooperación con Estados Unidos, en nombre de una política fallida.
Sin ser 100% justo, hay razón para estar en algunas o muchas de las críticas. El narcotráfico, que ahora incluye el fentanilo, es real, como lo es la visibilidad de los cárteles responsables y su impacto en México. El conjunto facilita, al menos, una percepción negativa, que ciertamente exige respuestas políticas, pero también acciones concretas como combatirlas, tanto en beneficio propio como a favor de la comunidad internacional.
Se desconoce quién, si es que lo hay, el máximo asesor del presidente López Obrador en materia de política exterior, aunque es de conocimiento público que no es la SRE. Pero parece más su enemigo, o al menos, un asesor disfuncional que quiere ver hasta dónde puede «estirar la liga».
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@CARRENOJOSE1
LSN
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