Ruud y Tsitsipás, la final del Godó, día y noche

Al mediodía, la pista es un horno. Los teléfonos móviles y las computadoras se sobrecalientan. El público se cubre la cabeza. A pie de pista, los fotógrafos sudan.

No sopla el viento pero sí la pelota para Casper Ruud (25), el noruego que viene de algún lugar, no sabemos muy bien de dónde, ya que de su país han salido esquiadores de fondo, biatletas y corredores de maratón (¿cómo podemos ¿Olvidarse de Grete Waitz e Ingrid Kristiansen, que fueron las reinas del maratón de Nueva York y Londres, allá por los años setenta y ochenta?), pero que nunca habían regalado tenistas.

Veremos cómo recordamos el tenis de Ruud en el futuro. Al fin y al cabo, su juego tiene pocos matices, nace y muere en el fondo de la pista. Ruud no firma dejadas ni globos, ni tampoco aces. Lo pasarán mal administradores de la comunidad : No hay forma de crear un vídeo con tus mejores momentos.

Sin embargo, su academicismo es irreprochable, como también lo es su efectividad, y con esos mechas termina derrotando a Tomás Etcheverry (24), el alargado argentino que, junto a Báez, Facundo Díaz y Cerúndolo, ilumina la nueva escuela argentina, y que está sólo empezando a ceder a la 1h16m, cuando pierde el tie break y se pierde la primera ronda.

Para entonces, Ruud se ha calmado por completo y viste rayas. Señala los puntos decisivos, los que rompen un empate, y el público ha decidido de su lado.

Vamos, Casper, vamos. – gritan los aficionados, que llevan años admirando al noruego aunque todavía esperan una victoria final.

El noruego Casper Ruud celebra la victoria del argentino Tomas Etcheverry durante el ATP Barcelona Open

Casper Ruud, este sábado, tras su victoria sobre Tomás Etcheverry

Josep Lago/AFP

Ha jugado tres finales de Grand Slam, también una final de las Nitto Series, el torneo de máster, pero siempre ha tirado al poste.

“Me estoy perdiendo ese final feliz”, dice después, tras ganar 7-6 (8) y 6-4, en 1h57m, cuando se le pregunta, y luego evoca la mala experiencia del otro domingo, la final de los 1.000. Masters en Montecarlo que Tsitsipas se lo había llevado.

–El domingo perdiste con Tsitsipas, ¿qué vas a hacer para evitar que vuelva a suceder? –le pregunta.

–Por el momento, jugué mi mejor tenis de toda la semana. Lo he hecho ante un rival que saca muy bien, y en las idas y venidas del tie break del primer set. Construí los puntos, me sentí sólido. Lo que tengo que hacer es dormir bien y no pensar mucho en los títulos. Cuando lo he hecho, cuando me obsesiono con ganar algo, me pone nervioso y me lleva al fracaso. Eso es lo que me pasó en Montecarlo la semana pasada.

Lo que debo hacer es dormir bien y no pensar en títulos; “Eso me pone nervioso”.


Casper RuudTenista

Grecia tampoco ha dado grandes tenistas, ni hemos hablado mucho de ellos, pero aquí está Stéfanos Tsitsipas (25), el gigante que agoniza en la cancha de Rafa Nadal, vaya semana de sorpresas y remontadas, por fin está en la final.

Tsitsipas se queda estancado y va y viene, y el rastro de sentimientos que deja a su paso no tiene nada que ver con el academicismo de Ruud. Tsitsipas es la montaña rusa, la incertidumbre y la agonía.

Tsitsipas no aplasta a sus adversarios, los deja vivir, a veces se enreda consigo mismo. Su juego toma riesgos, a veces se impacienta, y ahí es donde se cuelan sus oponentes.

Facundo Díaz se lo había hecho pasar mal la víspera, en cuartos de final: había tenido que rescatar dos puntos de partido el viernes, y sólo entonces, protagonizando una tragedia griega, fue como Tsitsipas había desmantelado finalmente al argentino.

Ahora sufre contra Lajovic.

El sufrimiento del griego

Como la víspera ante Facundo Díaz, Tsitsipas se ve obligado a remontar un set para vencer a Lajovic

Dusan Lajovic (33) es serbio, al igual que Djokovic, es un clase media en el circuito que trabaja bajo la tutela de Josep Perlas.

(En su día, Perlas ha entrenado a Moyá, Albert Costa, Coria, Almagro, Ferrero, Fognini y Tipsarevic; también ha formado parte del G4 y del G3, el grupo de sabios que ganó dos Copas Davis para España)

Perlas se sienta en el palco de Lajovic (59º del mundo) y le catapulta en los instantes iniciales, cuando Tsitsipas se desborda y su pupila crece.

A veces, Tsitsipas hace de ángel y luego maneja mal un balón y lo envía a la red sin motivo aparente. Su juego perfila una tormenta interior. Tsitsipas lucha contra ese destino que parece darle la espalda porque, como Ruud, también lleva un puñado de años en la élite, pero tampoco ha ganado ningún major: en 2023 se perdió la final del Abierto de Australia contra Djokovic. ; en 2021, el de Roland Garros, también contra Djokovic.

Ni siquiera ha ganado aquí.

Se han perdido tres títulos en Pedralbes, dos contra Nadal y uno contra Alcaraz, y ahora se pregunta qué debe hacer, cómo desfigurar a Lajovic y remontar el set inicial, que se lleva el serbio, como se lo había llevado el día anterior. Facundo Díaz.

Lo hace tranquilizándose: minimiza los riesgos, cocina los puntos y espera a que sea Lajovic quien se impaciente, ve cómo el segundo set vuela y se asfixia, definitivamente, en el tercero: 5-7, 6-4 y 6-1, en 2h10m.


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