Dieron las siete de la noche y mientras terminábamos de ocupar el Zócalo de la Ciudad de México, el tránsito comenzó a reanudarse y entre pancartas, pañuelos y puestos callejeros, unidos por una misma causa, al regresar a nuestras casas muchos reflexionamos, ¿Qué sigue? ? ?
Mientras más de 90,000 mujeres marcharon solo en la Ciudad de México, mataron a 11 mujeres, las mismas de ayer, las mismas de mañana. Ese día, los casos sumaban 17.138 víctimas desde diciembre de 2018. Las mujeres asesinadas hoy ascienden a 17.204. La Ciudad ha vuelto a la normalidad.
Pasado el 8M desaparecieron las decenas de vallas metálicas de tres metros que protegían al presidente y su Palacio ya los 800 policías con sus escudos antidisturbios. Solo así, el presidente podría dejar de refugiarse de feministas, buscadoras de madres, familiares de víctimas de feminicidio, docentes, periodistas, legisladoras, niñas y adultos mayores que con rabia y valentía exigen justicia.
Esos carteles, colocados el día anterior, que muestran el gran desprecio que tiene este gobierno por las mujeres, que finge no vernos ni oírnos, qué fácil es mirar indolentemente desde un palacio amurallado.
Esos mismos carteles fueron intervenidos desde el 7M con más de mil nombres de mujeres históricas, madres buscadoras y sobrevivientes de 1968. Entre ellos estaba escrito el nombre de Osbelia Quiroz, mujer defensora del territorio tepozteco. Allí escribieron “Mujeres que luchan. La rotonda se queda”, en defensa de la Rotonda de Mujeres que Luchan que busca reemplazar Claudia Sheinbaum.
Miles asistieron, pero no todos estaban allí. No todos tienen el privilegio de no ir a trabajar, interrumpir sus estudios o dejar a cargo sus tareas de cuidado. Las mujeres que están en el sector informal, apoyando la base de nuestra economía como siempre ha sido, alimentaron e hidrataron a los miles de manifestantes.
Pero después del 8M, ¿qué sigue? Sigue exigiendo que se apruebe la tipificación de la violencia vicaria en la Ley General para el Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (LGAMVLV), y que se incorpore al Código Penal Federal la Ley Monzón, la Ley Monse y la Ley de Violencia Ácida. . Que saquen del congelador la iniciativa que estandarice el tipo penal de femicidio en todo el país.
Seguir colaborando con la sociedad civil para reconstruir el tejido social. Es hora de organizarnos para apoyar albergues para mujeres violentadas y estancias de niños.
La lucha no empieza ni acaba cuando te vistes de morado, ni cuando subes las fotos de la marcha a Instagram y Twitter. No termina cuando llegas al Zócalo y levantas tu pancarta. Esta lucha nos invita a desaprender y construir cada día desde donde estamos y con las herramientas que tenemos a la mano. El 8M no es un aniversario, es la convicción y el compromiso de una lucha con todos y para todos.
Laura Esquivel-Torres
Secretaria Nacional de Promoción Política de la Mujer en el CEN del PAN
Continuar leyendo: Después del 8M, ¿Qué sigue?